Con sólo cuatro filmes como director, el ex policía Olivier Marchal ha cambiado el rumbo del film policial francés gracias a una visión dura que evade los estereotipos y se inserta en la tragedia de la cotidianidad. Así se presenta en Venezuela Brigada criminal, titulada originalmente 36 Quai des orfèvres, es decir, el número 36 del Muelle de los Orfebres, dirección física de la Policía Judicial en París. Tal título no es gratuito pues dentro de las paredes de ese edificio se inicia el drama que conduce a dos experimentados detectives a enfrentarse de manera brutal. El resultado es una bien construida historia que tiene mucho de lo mejor del film noir francés —en la tradición de Jean Pierre Melville y Henri-George Clouzot— sin desdeñar el buen cine de acción.
El enfrentamiento entre ambos policías se encuentra sustentado en un guión prolijo y bien desarrollado —con detalles nada pueriles— que confecciona un ciclo dramático originado en un personaje real que durante la administración de François Miterrand fue víctima del tráfico de influencias en la justicia francesa. Una eficiente y brutal banda de asaltante de blindados se convierte no sólo en un importante asunto criminal sino, sobre todo, en un problema de opinión pública ante la corrupción policial. A ambos detectives —por separado— se les encomienda el caso. El que lo resuelva será el próximo director de la Policía Judicial. Dennis Klein (Gérard Depardieu) quiere el cargo mientras a Leo Vrinks (Daniel Auteuil) le tiene sin cuidado. Esta rivalidad profesional es sólo un punto de partida de una guerra personal como matices de afectividad. Klein y Vrinks representan dos miradas, dos intenciones, dos trincheras distintas. Pero no porque éste sea el bueno y aquél el malo —en el sentido tradicional y moralizante de ambos términos— sino porque la vida de los policías es así: brutal, despiadada, insatisfactoria, solitaria. Son las ratas del mismo muelle.
A ratos, Depardieu y Auteuil recuerdan a Lino Ventura y a Jean Gavin. Actores completos para dos personajes recios, acostumbrados a la muerte, entrenados para desconfiar de todos, héroes malditos dispuestos a todo. La forma en que la trama se vuelve cada vez más compleja —en una espiral incontenible— importa menos que el trasfondo judicial y ético de ciertos escaños de la administración de justicia en Francia. Klein hostiliza a Vrinks como una forma de asegurar su acceso al poder y Vrinks se involucra en pasajes oscuros del delito parisiense sin percibir que esa espiral habrá de devorarlo. Vrinks deviene en la víctima de Klein, pero también del oportunismo del director de la Policía Judicial, de los caprichos de un juez, de una burocracia que construye una red de complicidad. Todo es complejo, nada es sencillo.
Las cuatro películas que ha dirigido Marchal tienen como protagonistas a policías en situación de conflicto. Es evidente que descarga en ellas su experiencia como detective y su conocimiento del ambiente de los flics. Pero además de esta experticia, Marchal ostenta ciertas destrezas en la narrativa cinematográfica que le conduce no sólo a elaborar un guión muy redondo y completo sino a una puesta en escena a ratos espectacular, por momentos intimista, siempre coherente. Por eso Brigada criminal es más que un policial del montón. Maneja las claves del género y las potencia con un punto de vista más propio del cine negro que del policial.
BRIGADA CRIMINAL (”36 Quai des orfèvres“), Francia, 2005. Dirección: Olivier Marchal. Guión: Olivier Marchal, Franck Mancuso y Julien Rappeneau, con la colaboración de Dominique Loiseau. Producción: Cyril Colbeau-Justin, Jean-Baptiste Dupont y Franck Chorot. Fotografía: Denis Rouden. Montaje: Hachdé. Música: Erwann Kermorvant y Axelle Renoir. Elenco: Daniel Auteuil, Gérard Depardieu, André Dussollier, Roschdy Zem, Valeria Golino, Daniel Duval, Francis Renaud, Catherine Marchal, Guy Lecluyse, Alain Figlarz. Distribución: Cines Unidos.
Hola,
Como conversamos.
36 es solo el 2do largo
Un abrazo
Alejandro