Adrián Liberman L. CONTROL MENTAL

Este espacio está dirigido a la difusión de los conceptos psicoanáliticos para el público en general. Sin embargo, me toca hoy usarlo para un propósito distinto, que es el de la denuncia. Cosa que ya he hecho en otras ocasiones, pero que la realidad obliga a reiterarlo. Dentro de las leyes que se promulgarán en el marco de la Ley Habilitante, hay una que es la ley de Salud Mental. En el marco de un gobierno cuyo propósito delirante es el establecimiento del control de todo y de la versión oficial como única interpretación válida, la insistencia en la denuncia nunca está de más. El proyecto de esta ley contiene ideas que son alarmantes. Por ejemplo, los criterios de salud y enfermedad mental se asocian al sistema político e ideológico que el gobierno desea implantar. Esto abre la puerta para que los disidentes sean calificados de insanos y ameriten “tratamiento”. Esta práctica fue moneda corriente en la Alemania Nazi, la Unión Soviética y por supuesto, Cuba.

Otra de las aberraciones contenidas en dicho proyecto es un sistema de certificación (y por ende descertificación) de quienes practiquen profesiones ligadas a la salud mental. Hay que imaginar —derivando lo que ha sido el comportamiento oficial en estos 10 años— lo que significa en realidad la “certificación” en este campo tan delicado. No es exagerado ver que será usada como arma para la censura y el control más que como mecanismo que salvaguarde los estándares éticos de los profesionales. Dentro de este panorama, a mí me inquieta profundamente la pasividad con la que mis colegas en general han encarado el asunto.

La posible aprobación de esta ley presentifica una amenaza ominosa, es una concreción siniestra que puede dañar severamente el ejercicio profesional, que requiere de la libertad de pensamiento y expresión para ello. O transformará a la psicoterapia en una impostura, un trabajo de disimulo y disociación tanto para el terapeuta como para el paciente. Y más irritante es aún que los psicoterapeutas en general, que ya han tenido historias de persecución por parte de los regímenes totalitarios, estén en un silencio que raya lacatatonia . Como si la compulsión a la repetición, esa fuerza siniestra que sostiene los síntomas, fuese la razón predominante en este no hacer nada. Este repliegue, este no hacer olas, ayudará a sobrevivir, pero implicará para ello tener que pagar el más terrible de todos los precios.

Si tiene alguna duda sobre este tema, puede consultar con Adrián Liberman, psicoanalista, a través de adrianliberman@gmail.com.

Acerca de Alfonso Molina

Alfonso Molina. Venezolano, periodista, publicista y crítico de cine. Fundador de Ideas de Babel. Miembro de Liderazgo y Visión. Ha publicado "2002, el año que vivimos en las calles". Conversaciones con Carlos Ortega (Editorial Libros Marcados, 2013), "Salvador de la Plaza" (Biblioteca Biográfica Venezolana de El Nacional y Bancaribe, 2011), "Cine, democracia y melodrama: el país de Román Chalbaud" (Planeta, 2001) y 'Memoria personal del largometraje venezolano' en "Panorama histórico del cine en Venezuela" (Fundación Cinemateca Nacional, 1998), de varios autores. Ver todo mi perfil
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