«El Presidente Chávez viaja a comprar armas en Rusia”. Esta simple oración aparecida en uno de nuestros medios de comunicación social, está llena de significados trascendentes para los venezolanos. Por lo menos hay dos que capturan nuestra atención. El primero y el que creo ha pasado más inadvertido, se refiere a la naturaleza misma de la actividad en la que se encuentra inmerso el primer mandatario del país por estos días: “de compras”.
En esa aparentemente inocua actividad, se refleja la profunda pobreza institucional que nos aqueja: el mismísimo presidente, intuito persona, se va de compras. No de bienes personales, para lo que tal vez se le podría excusar, con tanta escasez que hay en el país, sino de bienes públicos y ¡en qué cantidad! Es absolutamente normal que los gobiernos compren todo tipo de cosas. No lo es para nada que sea el propio presidente de la República quien lo haga; para eso se supone que existan instancias, reglas y procedimientos que seguir, los cuales muy rara vez y menos de manera directa deberían involucrar al Presidente. Por esa razón no se ven presidentes dando vueltas por el mundo, en plan “de compras”. Claro, siempre hay uno que otro que lo hace. Así por ejemplo, el ahora ex presidente de Nicaragua, Arnoldo Alemán, se fue en su momento con una larga comitiva a Paris, a buscar él mismo la casa en la que habría de funcionar la embajada de su país en Francia. Posteriormente, lo acusaron de varios actos de corrupción durante ese viaje y fue incluso encarcelado.
El segundo elemento a destacar de la noticia es aquello que el presidente busca. No fue a comprar los últimos avances tecnológicos en educación o a ver el estado del arte en la guerra a la pobreza; no, fue a ver y a comprar armas para otro tipo de guerra. El presidente anda buscando por el exterior, lo que el país menos necesita: armas de guerra. O dicho de otra manera, el presidente se ha planteado las armas y la guerra equivocada.
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