Cine VIOLENCIA, SEXO Y SUPERVIVENCIA

La Segunda Guerra Mundial parece una cantera inagotable para el cine. Más allá de las  numerosas producciones norteamericanas y británicas sobre ese momento histórico, cada vez surgen nuevas ópticas —especialmente en las cinematografías europeas— para abordar asuntos riesgosos como el colaboracionismo judío con el régimen nazi. Pequeñas historias de complicidades y supervivencia que se mueven en las brumas del misterio. Una de esas leyendas es la de Rachel Stein, una bella chica judía que, desde un kibutz de Israel, en los años sesenta, recuerda los tiempos de su juventud cuando cantaba en los cabarets de Berlín antes de escapar a Holanda, país ocupado por el ejército alemán. Este es el relato que fascina a Paul Verhoeven en La lista negra, la producción más cara del cine holandés. Esa muchacha judía se convierte en Ellis De Vries para unirse a la resistencia neerlandesa e infiltrarse en el círculo íntimo del jefe de la Gestapo con el objetivo de salvar de la muerte a un grupo importante de activistas presos. El resultado es un film de acción, espionaje y sensualidad que atrapa al espectador desde el principio gracias a una ambigua mezcla de Hollywood con cine de autor.

A principios de los setenta el nombre de Paul Verhoeven sonaba como el más rebelde representante del joven cine holandés de entonces, especialmente por Delicias turcas (1973) sobre una pareja de provos que  vivía el amor, la trasgresión y la búsqueda de la felicidad en una sociedad cerrada a nuevas vertientes. A mediados de los ochenta se mudó a Hollywood y adquirió notoriedad al dirigir la muy exitosa Robocop (1987), seguida por Vengador del futuro («Total recall», 1990, sobre un cuento de Philip K. Dick) con Arnold Shwartzenneger y la impactante Bajos instintos (1992) que como todos recordamos lanzó a la fama a Sharon Stone. Es decir, pasó de un cine provocador e irreverente a las producciones típicas de la gran industria norteamericana. Esta evolución de su filmografía se revela de manera muy clara en La lista negra, suerte de film rocambulesco que aborda un tema muy espinoso desde la perspectiva del entretenimiento. Es decir, poco tiene que ver con el dramatismo de Los falsificadores, por ejemplo, obra que evade el manejo comercial de la conducta colaboracionista de los judíos con sus verdugos, que ha sido muy discutida y casi siempre condenada.

Sexo, violencia y desconcierto han sido claves en la filmografía de Verhoeven y se encuentran de nuevo en La lista negra, cuya historia se construye a través del equívoco y la osadía. A esos tres elementos habría que añadirle el de supervivencia. Ellis De Vries se hace pasar por una chica fácil para seducir a Muntze, el jefe de la inteligencia alemana, y crear una situación que debe aprovechar la resistencia holandesa en una operación signada por la traición y la mentira. Nada ni nadie es lo que parece. Todo es un ardid. Esta condición del dominio de lo aparente sobre lo real signa el desarrollo del guión y marca la conducta de su personaje principal, muy bien interpretado por Carice Von Houten. Incluso el final se encuentra determinado por el juego del engaño, la venganza y la ironía.

Más allá de la inevitable polémica que desata por sus posturas éticas y morales con personajes que se mueven en la frontera del oportunismo y la heroicidad —el jefe de inteligencia nazi termina siendo un galán romántico, por ejemplo, mientras los líderes de la resistencia son torpes e ineficaces— y el tratamiento de cuestiones riesgosas como las perversiones y las traiciones, y, especialmente, por su mirada despiadada, visceral y desencantada de las miserias de una sociedad holandesa dominada por el antisemitismo y por el revanchismo durante aquella época infame.

La lista negra no ingresará a la historia del cine con grandes glorias —necesita de mayores virtudes— pero será tomada en cuenta por su tema, sus personajes, su resolución dramática y la forma de contar de manera espectacular una historia ambigua, descarnada y —oh, paradoja— tremendamente actual en un mundo castigado por la intolerancia.

LA LISTA NEGRA («Zwartboek»), Holanda, Bélgica, Gran Bretaña y Alemania, 2006. Dirección: Paul Verhoeven. Guión: Gerard Soeteman y Paul Verhoeven. Fotografía: Karl Walter Lindenlaub. Música: Anne Dudley. Edición: Job ter Burg y James Herbert. Diseño de producción: Wilbert Van Dorp. Elenco: Carice van Houten, Sebastian Koch, Thom Hoffman, Halina Reijn y Waldemar Kobus. Distribución: Cinematográfica Blancica.

Acerca de Alfonso Molina

Alfonso Molina. Venezolano, periodista, publicista y crítico de cine. Fundador de Ideas de Babel. Miembro de Liderazgo y Visión. Ha publicado "2002, el año que vivimos en las calles". Conversaciones con Carlos Ortega (Editorial Libros Marcados, 2013), "Salvador de la Plaza" (Biblioteca Biográfica Venezolana de El Nacional y Bancaribe, 2011), "Cine, democracia y melodrama: el país de Román Chalbaud" (Planeta, 2001) y 'Memoria personal del largometraje venezolano' en "Panorama histórico del cine en Venezuela" (Fundación Cinemateca Nacional, 1998), de varios autores. Ver todo mi perfil
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