Las elecciones del 23 de Noviembre ofrecen una nueva oportunidad para reflexionar sobre la compatibilidad entre socialismo y democracia: ¿es compatible el socialismo con la democracia? ¿Puede haber un socialismo democrático? Si mediante elecciones, y como acaba de ocurrir, la oposición al régimen gana gobernaciones y alcaldías importantes, ¿qué implicaciones tendrá eso para el proyecto socialista? Yendo más allá, ¿qué sucedería si en las próximas elecciones para el parlamento, la oposición ganara la mayoría de los escaños? Lo que pasaría muy probablemente es que el proyecto de convertir a Venezuela en una república socialista se paralizaría o revertiría. Sería así, porque el modelo socialista requiere dirección única y continuidad en el tiempo. No puede haber dentro del mismo territorio nacional, unos estados que sean socialistas y otros que no, o que los que lo sean, lo sean interrumpidamente, por momentos. Los modelos de propiedad, por ejemplo, no pueden alterarse cada cinco años. No se puede estar estatizando y privatizando empresas a cada rato. Por ello, desde una lógica socialista, Chávez tiene razón cuando intenta concentrar todo el poder y para siempre.
En la medida en que gozó de amplio apoyo popular, Chávez pudo reconciliar socialismo y democracia porque podía ganar todas las elecciones que fueran necesarias para avalar sus decisiones; pero desde que comenzaron sus derrotas con el rechazo a su propuesta de reforma constitucional, y ahora la de las pasadas elecciones del 23-N, se le empieza a crear un grave dilema: o se acaba el socialismo, o se acaba la democracia. No es por casualidad que la historia no conoce de socialismos democráticos.
Fidel se lo debe estar diciendo a Chávez, ¿óyeme, quien dijo que una revolución se puede hacer con elecciones? ¿Tú crees que este socialismo cubano pudiera existir hoy si hubiésemos estado llamando a la gente a votar a cada rato?
gerver@liderazgoyvision.org
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