No es La casa de Bernarda Alba ni Bodas de sangre. No es un clásico de Federico García Lorca. Es una de sus «obras impresentables», según la crítica española, que se aleja del realismo de sus textos más célebres. Así que pasen cinco años es su obra primeriza, escrita en 1931, precisamente cinco años antes de su muerte a manos de los asesinos franquistas. El poeta y dramaturgo nunca pudo ver su estreno. Gracias a una coproducción entre la catalana Factoria Escènica Internacional y el caraqueño Centro de Creación Artística TET, la pieza encontró un espacio entre nosotros para expresar el doble dilema temporal y espacial de su personaje central, por una parte, y la búsqueda de identidad de ese mismo joven que se plantea esperar cinco años para desear a su novia, por la otra. Teatro de la insatisfacción y de la angustia, de la esperanza y la frustración, de la vida y la muerte, que contó con la sugerente puesta en escena de la directora catalana Carme Portacelli en los predios de la Asociación Cultural Humboldt.
Si bien es cierto que Así que pasen cinco años se presenta como el espacio donde moran casi una veintena de personajes —interpretados por cinco actrices y cinco actores— que juegan con el tiempo y el espacio, también lo es que su condición de texto surreal se fundamenta en el terreno de lo onírico. Propia de su juventud y de sus dudas, la pieza no pretende establecer una expresión realista ni ofrecer un cuadro humano dentro de un panorama social, sino traducir las angustias de ese muchacho alimentadas por personajes femeninos y masculinos que establecen las fronteras de su identidad.
Luis Buñuel decía que lo mejor de García Lorca era el propio García Lorca, que él mismo era su mejor creación. Más allá del tremendismo del maestro aragonés, ese juicio adquiere dimensión al constatar el hermetismo del texto lorquiano, difícil y excluyente, tan intimista como cerrado, que impide la comprensión cabal de la pieza. El muchacho que desea a distancia su novia y deja de desearla en cercanía habla de las dudas del autor, pero no termina de establecerse como eje central de la pieza. Es un texto que duda, como su personaje, sin encontrar cauce.
La señora Portacelli desarrolla una puesta en escena impresionante en su interpretación global de esas dudas. Conductora de un elenco muy entregado aunque irregular en sus calidades y con el eficiente respaldo de profesionales de iluminación, escenografía, vestuario y banda sonora, logra crear atmósferas conmovedoras. El movimiento escénico, el uso externo de la lluvia y del trabajo interno del agua, el desplazamiento de los personajes y las referencias al pasado, a viejos amores, a dominios sofocantes, conforman un clima de angustia que se mueve entre la necesidad de vivir y la posibilidad de la muerte.
Así que pasen cinco años es una curiosidad dramática y una forma de aproximación al poeta granadino. Pero sobre todo es una manera de comprender su noción del amor y de la entrega.
ASÍ PASEN CINCO AÑOS, de Federico García Lorca. Dirección: Carme Portacelli. Producción general: Alid Salazar. Diseño de escenografía e iluminación: Paco Azorín. Banda sonora: Alexander Acevedo y Juan S. Ávila. Elenco: Jariana Armas, Lya Bonilla, Haydée Faverola, Indira Leal, Alexander Leterni, Ángel Ordaz, Elio Pietrini, Ludwig Pineda, Mónica Quintero y Jesús Sosa. Asociación Cultural Humboldt.
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