Si usted va a convertirse en un funcionario público de la República Bolivariana de Venezuela, pero uno de alto rango, un 99, de esos de libre nombramiento y remoción, usted necesita estudiar, memorizar, ensayar y declarar estas frases. Si no, corre altísimos riesgos, desde simplemente perder su curul, hasta ser descalificado con palabras que encontrará en el numeral ocho (8). Así que, copie, pegue y ensaye:
- Ante cualquier persona o personalidad que exhiba en sus opiniones, una perspectiva que contraríe la oficial: “Es un agente de la CIA”. Ya existe suficiente desinformación en el imaginario público para completar lo que eso significa.
- Si llegasen a repetirse declaraciones de diversos actores públicos amonestando decisiones de gobierno: “Ese grupo forma parte de un plan de desestabilización”. Aprenda desde ahora que la crítica desestabiliza, y nada más.
- Habida cuenta de la diversidad de problemas profundos en el país, y ante la inminencia de una crítica generalizada que incluya también opiniones populares: “Estamos construyendo la revolución. La revolución necesita más tiempo. Este es un proceso que apenas se está formando. Antes duraron 40 años, nosotros apenas vamos por diez”.
- En el marco de un proceso electoral, cuyas mediciones preliminares no sean favorables a la moción del partido de gobierno, y muy especialmente al candidato en cuestión, recuerde por favor decir: “Se está gestando un magnicidio”. No se preocupe, en ninguna de las oportunidades que se ha utilizado esta afirmación, han sido necesarias pruebas, y de haberlas acumulado y presentado ante la instancia pertinente, hasta ahora esos casos no han sido ni comprobados, ni presentadas sus conclusiones a la opinión pública.
- Cada vez que aparezcan rumores que supongan la influencia que sobre las decisiones de gobierno pudieran tener nuestras FFAA, usted debe decir: “El Presidente es impresionable”.
- Si llegase a ser invitado de honor a una alocución presidencial, sobre todo si la misma será transmitida en cadena nacional, recuerde que deberá vestirse de impecable rojo y aplaudir con vehemencia (y alta frecuencia), pero relájese, en ellas por lo general le tocará repetir los vítores que elija el máximo líder, y de ser usted interrogado unipersonalmente más le vale que tenga números significativos y aprenda a decir con humildad: “Sí, señor Presidente”, “Como diga usted, mi comandante”, “A sus órdenes, señor Presidente”. Sus manos, deberán estar sujetas detrás de su espalda.
- Independientemente de su congruencia, pues esta es una variable innecesaria, introduzca varias veces en sus discursos positivos las palabras: revolución, bolivariana, socialismo, patria, pueblo, venceremos, entre otras. En la medida que adquiera experiencia el resto de la jerga mínima le llegará prácticamente por intuición.
- En el caso de sus alocuciones peyorativas, aquellas en las que deba referirse a sus contrarios, perdón, a sus enemigos, o sea, a la oposición, no olvide bajo ninguna circunstancia la mención de todas estas palabras: escuálidos, odio, apátridas, oligarcas, rencor, pitiyankis, enemigos (de la patria), terroristas, no volverán, imperialistas, capitalistas (fájese para explicar la condena que supone el dinero para cualquier virtud cívica y humana). Recuerde que “animalizar al otro” ha sido desde hace mucho tiempo una gran herramienta en el mundo militar, por lo que es importante que tenga algunas palabras aprendidas, del tipo: cachorros (del Imperio), burros, borricos, etc.
- Cuando haya cometido algún error, que por cosas del destino haya sido reseñado en algún medio de comunicación social, es imprescindible el uso de: “Los medios privados de comunicación social sólo responden a los intereses de sus jefes que por estar lejos del pueblo, buscan perjudicar la revolución y sus progresos”. Échele la culpa al “medio”, ni por error se la endilgue a usted, así sea un corrupto de primera línea.
- De utilidad oceánica, universal, histriónicamente ensayada, con ritmo y sabrosura: “Chávez los tiene locos”. Le juro que da para todo.
- Y, si por error llegase a usted a ser cuestionado en su fervor revolucionario, no omita la frase que anunciara allá en Pdvsa, un cambio radical en el orgullo por el color del partido de gobierno y del Estado íntegro, a ver, repita allí: “Yo sí soy rojo rojito”.
- Finalmente, su mantra, su eslogan, su lema, la frase primera con la que sellará, más allá del Himno Nacional y su parada firme, cualquier presentación socio política; el amén de su causa: “Patria, socialismo o muerte”. ¡Epa! Ni se le ocurra cambiar su postura frente al público y el micrófono hasta que escuche con vigor la respuesta: “¡Venceremos!”.
Debe estar conectado para enviar un comentario.