Cuenta una anécdota que, en una oportunidad, un alto funcionario israelita visitó el Ministerio de Economía de Guatemala, que recién había sido renovado. Cuando los muy orgullosos anfitriones le mostraron los equipos de computación recién adquiridos con que contaban, el visitante, gratamente sorprendido, les comentó que lo que tenían allí era el estado del arte en la materia, casi que ciencia ficción. Ante ese comentario uno de los guatemaltecos contestó, que verdaderamente aquello era ciencia ficción: la ciencia estaba representada por los equipos que tenían, mientras que la ficción la ponían ellos todos los días, con los datos inventados con que los alimentaban.
La anécdota me viene a la memoria, cuando veo las numerosas ficciones económicas, con las cuales trata de alimentarnos el gobierno venezolano. Veamos, por ejemplo, algunas de las que están relacionadas con el tipo de cambio. La primera tiene que ver con el tamaño de nuestra economía. Si tomamos como referencia el tipo de cambio oficial, nuestro producto total se ubica en el orden de los 330 millardos de dólares. Eso nos coloca en la posición número 30 dentro de una lista de más de 180 países que publica el Banco Mundial. Nada mal, ¿no?
En América Latina estaríamos en el cuarto lugar, muy cerca de Argentina, detrás de México y Brasil. Aun más, si se mide el producto por habitante, nos colocamos por arriba de esos tres países, en el primer lugar de la América Latina. En cambio si utilizamos un tipo de cambio más realista, digamos de 4,50 por dólar, caemos a la posición 50 en el mundo, y nos vamos al séptimo lugar en la región, detrás de Chile y Colombia, y más cerca de Perú.
Otra ficción tiene que ver con el tamaño de nuestra deuda. La manera como los países miden el tamaño de su deuda, es comparándola con el tamaño de su economía. Pues bien, la deuda externa venezolana que se proyecta para finales de este año en cerca de 65 millardos de dólares, representaría alrededor de un 20 % de nuestro producto, si se usa la tasa oficial para estimar el tamaño del producto. Pero, de nuevo, si utilizamos por ejemplo, una tasa de 4,50 la deuda representaría alrededor de la mitad del producto. Empieza a convertirse en una deuda preocupante, con diversas consecuencias negativas para el país, como por ejemplo, el aumento del costo del crédito.
La tercera ficción la representa el salario mínimo. Al gobierno le gusta decir que tenemos, el salario mínimo más alto de la región. Efectivamente, eso es así, si utilizamos la tasa de cambio oficial. Sin embargo, a una tasa de cambio de 4,50, el salario mínimo actual de 880 bolívares, se convierte en 195 dólares, quedando en el sexto lugar en la región, detrás de Argentina, Chile, Brasil, Colombia, y Paraguay.
Todas estas ficciones, construidas alrededor de un tipo de cambio de 2.15 bolívares por dólar, que es cada vez menos real, son las que hacen que el Presidente persista en mantenerlo aunque sea para la importación de alguna única mercancía, de manera de poder seguir hablando de ese tipo de cambio, como el tipo de cambio oficial. Mientras tanto, el país vive la realidad de una moneda y una economía que se vuelve sal y agua.
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