
A 18 años de su muerte, el autor sigue estando vigente
De toda la producción editorial de Francisco Herrera Luque, el título que más polémica ha generado es Viajeros de Indias, publicado originalmente en 1961, en torno a la carga genética que los europeos dejaron en América y en particular en Venezuela, y que no ha dejado de intervenir de manera decisiva en nuestras conductas como nación y como ciudadanos. Planteamiento polémico desde la perspectiva de la sociología que el psiquiatra venezolano argumentó desde su óptica científica. “Los viajeros de Indias fueron mucho más que un aporte biológico indeseable transmitido a lo largo de doce generaciones; ellos fueron la primera conciencia occidental de América y los forjadores de un mundo que despertó y creció en sus manos”. Lo cierto es que Viajeros de Indias ha sido reeditado en varias oportunidades y ahora está de vuelta, después de casi 20 años fuera del mercado editorial, en la Biblioteca Herrera Luque, publicada bajo el sello Alfaguara, que incluye también sus novelas históricas En la casa del pez que escupe el agua y La luna de Fausto, además del primer volumen de La historia fabulada.
Cuando Herrera Luque murió en 1991, había confeccionado una de las trayectorias más extensas y particulares de nuestro universo literario, tanto en el campo del ensayo como en el terreno de la narrativa. En ambas vertientes expuso sus visiones con las herramientas de la psiquiatría pero también con las luces de la historia, una suerte de tentación intelectual que lo condujo a publicar en 1969 La huella perenne, un ensayo que planteó la validez científica de los conceptos asociados a las personalidades psicopáticas, y Personalidades psicopáticas, también el mismo año, con el cual pretendió defender el cambio evolutivo de los caracteres a través de las generaciones. Luego inició su camino más conocido y celebrado con sus novelas históricas como Boves, el urogallo (1972), En la casa del pez que escupe el agua (1975), Los amos del valle (1979), La luna de Fausto (1982) y Manuel Piar, caudillo de dos colores (1987), piezas fundamentales en la comprensión del proceso de la colonia y la independencia del imperio español y de la construcción de una nación a través de sus diferencias y hegemonías sociales. Siguieron las tres series de La historia fabulada y Bolívar de Carne y Hueso y otros Ensayos (1983). El año de su muerte publicó Los cuatro reyes de la baraja. De manera póstuma se editaron 1998 (1992), Bolívar en vivo (1997) y El vuelo del alcatraz (2001).
En Viajeros de Indias, sin recurrir a falacias o a conjeturas de tipo racistas, Herrera Luque expone, en más de 300 páginas, un estudio completo con datos estadísticos, comparaciones por lugares y décadas y elementos claves —como la criminalidad, la inseguridad y la corrupción— que pretende explicar cómo los venezolanos heredamos una gran sobrecarga psicopática que hoy en día justifican lo que somos. “Los inmigrantes europeos que descubrieron y conquistaron América no eran precisamente héroes; eran inmigrantes con desórdenes psicológicos, cargados con el peso de las guerras de sus propios países, obsesivos y susceptibles.” Muchos expertos, aun con las diferencias que puedan tener con la postura de Herrera Luque, aseguran que la vigencia de Viajeros de Indias es innegable: este ensayo denuncia, con criterio y precisión, una realidad de la que no escapamos los venezolanos del siglo XXI. Viajeros de Indias encara con una pasión compulsiva el realismo de la criminalidad y la corrupción en el país. Es un libro que vale la pena releer o descubrir por primera vez.
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