En la guerra ocurre que cuando un bando está en retirada, destruye equipos e instalaciones con las que no puede cargar, para evitar que caigan en manos del enemigo. Así se han quemado hasta ciudades completas. No siempre lo logran hacer. Cuando en 1944, Hitler vio que perdería París a manos de las fuerzas aliadas, ordenó al general Dietrich von Choltitz que la quemara completamente. El general, por fortuna, no le hizo caso. Sus hombres se le empezaban ya a sublevar.
El episodio me viene a la mente a propósito de los intentos que está haciendo el oficialismo por liquidar la Asamblea Nacional, aduciendo la creación de un nuevo “Parlamento Popular”. Es claro que el chavismo teme la pérdida de esa institución en las próximas elecciones legislativas y la quiere vaciar de todo poder antes que caiga en manos del “enemigo”. La quiere quemar, la quiere destruir antes que el “enemigo” se apodere de ella.
Claramente, las fuerzas democráticas vienen montando una amenaza creíble. Es la amenaza de que puede tomar el control de la Asamblea, y es eso lo que tiene en retirada desordenada a las huestes oficialistas. Las maniobras para liquidar la Asamblea son un reflejo del avance de las fuerzas democráticas. Es posible que ante esa eventualidad, algunos concluyan que no tiene sentido la participación electoral y llamen a la abstención. Eso sería un error. Si la oposición se desmoviliza electoralmente, el oficialismo abandonaría sus planes de quemar la Asamblea y podría retenerla. Por esta razón, cualquiera sean las amenazas que el oficialismo lance sobre el futuro de la Asamblea, la oposición debe seguir adelante con su esfuerzo por conquistarla. Si al final la destruyen, eso sería igualmente una derrota para el oficialismo, el cual cada vez más se ve obligado a abandonar los caminos de la legalidad.
Claro está, la dirigencia opositora debe contemplar este escenario y definir los cursos de acción a seguir.
gerver@liderazgoyvision.org
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