El sonido sólo existe cuando abandona su existencia.
Walter J. Ong.
Las sensaciones y percepciones tienen lugar en el tiempo pero las que se vinculan al sonido guardan una relación especial con el tiempo, ya que el sonido existe en el momento en que deja de serlo. Cuando lo percibimos es evanescente, no podemos detener el sonido en el instante de surgir, contenerlo es una sensación en el tiempo, siempre lo registramos y captamos luego de ocurrir. El sonido se resiste a ser inmovilizado, siempre está en movimiento, sólo existe cuando deja de ser el primer impulso y se registra cuando fluye.
Estas reflexiones, partiendo del planteamiento de Ong, nos obligan a pensar en los vínculos que establecen los hombres con los seres y las cosas, conexiones que si se establecen partiendo de la palabra hablada, oral —esencialmente sonido— van a ser de una forma y si se parte de la palabra escrita —visual eminentemente— van a ser otras. Por ello trataremos de revisar las particularidades de estas formas de comunicación y conexión de la humanidad.
Los pueblos establecen muchos tipos de relaciones con los seres y las cosas, entre ellas están las que se sustentan en la palabra, hablada o escrita, las cuales logran mediante el lenguaje articulado y el escrito. Recordemos que el lenguaje es un hecho cultural, caracterizado por una singularidad humana: la capacidad de simbolización.
Esta facultad permite a lo largo del desenvolvimiento de la humanidad, dos tipos de comunicaciones, una relación oral —inmediata—, la cual realizan los hombres mediante códigos construidos y expresados por la palabra hablada, el habla como don natural de toda la humanidad vincula siempre con los otros y el entorno; y otra, una relación escrita –mediata-, donde la existencia de una técnica creada por los hombres, código materializado en escritura, pasa a ser intermediario de los hombres y sus sociedades con todo lo creado y existente.
Entre los múltiples soportes materiales en los que se registra el hallazgo técnico de la escritura, la cual puede realizarse mediante grafía pictográfica o ideográfica, podemos mencionar los petroglifos, las tablas de arcilla, los libros, las computadoras y todos los dispositivos culturales, signos o figuras creados por las sociedades letradas para guardar el pensamiento en el tiempo.
Los estadios humanos donde prevalece la oralidad y no consignan en el tiempo con códigos visuales sus ideas, pensamientos y sueños, no necesitan de una memoria material que preserve, detenga en el tiempo, el acontecer de sus pueblos; para ellas tiene poca importancia la secuencia temporal lineal de pasado-presente-futuro, viven un tiempo circular de magnificación del presente. Las formas de relación y comunicación que establecen estos pueblos con el medio ambiente, sus semejantes y toda la realidad circundante son inmediatas y no mediatizadas por registros simbólicos.
Los pueblos orales crean culturas que corresponden a maneras de relación con todo y en todo, donde prevalece la palabra hablada, la ponderación del presente y lo factual, en los códigos de comunicación y relación que utilizan, predomina lo oral y lo auditivo.
Difieren notablemente estas culturas orales tradicionales de las culturas caligráficas, en estas últimas, la conciencia reflexiva e individual, eminentemente histórica, letrada, establece vínculos donde los códigos son los intermediarios en las relaciones con los seres y las cosas; mientras que en las sociedades orales, la visión de mundo ocupa el pensamiento y la conciencia de la colectividad y la preocupación histórica no está presente.
Otra distinción resaltante entre las culturas orales y las letradas es la relación dialéctica continua con el entorno. Los pueblos sin letras tienen conciencia de que la palabra dicha es la vida. La palabra y su sonido expresado en forma oral, articulado, es el vehículo sin tregua para acercarse a la realidad y de inmediato recrearla y entregarla. En las sociedades letradas o caligráficas, la palabra escrita, representación visual del sonido, se distancia de la realidad, mediatiza y consigna en el tiempo.
Octavio Paz expresó (…) el lenguaje es una vasta metáfora de la realidad, cada palabra es metáfora de aquello que designa y establece la distancia existente entre la palabra y el objeto. El ser cultural del hombre lo separa del ser natural y lo vuelve otro, distante a sí mismo.
Estas diferencias entre lo oral —sonido— y lo escrito —visual— como rasgo constitutivo de las culturas elaboradas por los hombres, crea a lo largo del ejercicio humano diversas dificultades para entenderse la humanidad. No significa valoración ni supremacía de unas sobre otras, sólo formas de relación, visiones de mundo y estadios vitales que han dificultado la comprensión entre las culturas dialogantes.
Particularmente, tenemos que reflexionar sobre las culturas orales tradicionales y las culturas orales actuales, las diferencias de ellas con las culturas letradas del pasado y las de ahora.
Observamos que cuando no hay la necesidad de la palabra escrita, nos ubicamos en un espacio y un tiempo donde el registro del acontecer no es lineal, el espacio-tiempo (del presente al futuro, conciencia histórica) se desenvuelve en un tiempo mítico, circular, donde el pasado y el futuro se sincronizan en el presente. Lo real es tangible y accesible mediante la palabra oral; el habla es un hecho una acción como toda la vida. Podemos decir que la oralidad es fundadora e inmediata referencia de la realidad, recrea un tiempo no histórico y nombra, funda, la realidad a cada instante. Es el mito en constante fluir, donde nace y renace siempre todo.
Las sociedades que desarrollan culturas letradas luego de diferentes estadios culturales crean la técnica escrituraria. La necesidad en determinado estadio humano y social de crear códigos y estructuras altamente refinadas para consignar en el tiempo su pensamiento y memoria, surge en estos pueblos orientados por las demandas de su momento; la palabra escrita se inicia e interviene, mediatiza en toda relación con lo existente e imaginado en esas sociedades, instaurando otro tiempo, otros espacios y comunicaciones.
Los grupos humanos crean y aportan a la naturaleza lo que les es necesario y mediante esos procesos de creación e inventiva, la humanidad se desenvuelve entre lo cultural y lo natural que les es propio.
Esta humanidad al inventar la técnica de la escritura se sustenta en el análisis, la reflexión y los procesos individuales de interpretación para crear códigos que son convenciones sociales para servir a todos. Acercarse, conocer y comprender los seres y las cosas a través de la palabra escrita es una necesidad determinada por diferentes referentes culturales.
La palabra escrita y la invención de todos los códigos gráficos creados por el hombre, se convierten en memoria artificial material y constituyen el soporte principal de las culturas alfabetizadas, a su vez, se erigen en formas de apropiación de lo existente y en vehículo para aumentar lo creado, esta magna capacidad humana, sin embargo, lo distancia de lo que lo rodea y obstaculiza su conjunción con la totalidad.
Por el contrario, las culturas orales establecen una relación inmediata con la globalidad y esto les permite la comunión de los hombres con el todo y sus partes, la realidad está allí y forman parte de ella. Resaltemos que el ser bio-cultural del hombre lo lleva a elaborar códigos culturales muy refinados en su afán de apropiación y ampliación de la realidad, aún cuando estas estructuras culturales lo alejen de su ser natural. Lo cultural a diferencia de lo natural remite más a exterioridad que a interioridad de allí que Claude Lévi-Strauss en 1968 exprese, la cultura (…) todo ese universo artificial que es aquel en el cual vivimos como miembros de una sociedad.
Esta perspectiva de lo cultural y el estudio de los vínculos del hombre con su entorno, nos conduce a ver la oralidad como una forma de relación. El ejercicio natural del habla en las culturas con grafía o sin ella, establece diversas relaciones las cuales están determinadas por la oralidad. Esta oralidad difiere notablemente en las culturales tradicionales y las actuales. El habla es un bien que no es patrimonio exclusivo del pasado y la tradición. La actualidad nos demuestra como las sociedades se desenvuelven mediante las relaciones que establecen sus herencias de seres orales y letrados, aún cuando existen grupos humanos donde prevalecen los vínculos de una u otra conexión con lo que los rodea.
La relación de los seres humanos con conciencia de la necesaria vinculación inmediata y armónica con la realidad, donde priva lo directo e inmediato del presente creativo es determinante en los pueblos tradicionales y en cambio, la relación interrumpida, alienada y parcial con el entorno es característica de las sociedades tecnológicas actuales.
Cuando trabajamos con culturas orales tradicionales, observamos que los procesos históricos, sociales y económicos en los cuales están inmersos, los llevan mediante diferentes formas de transculturación, ya sea por intercambio o imposición para interactuar culturas diferentes, a la confusión y pérdida de sus estructuras tradicionales de relacionarse, haciéndoles extremamente frágiles y en peligro de desaparecer en forma material o espiritual.
Ante esa situación algunos rasgos esenciales culturales que se encuentran en el ámbito de lo espiritual-mental como sería la lengua, la mitología, la historia, los valores culturales en general y todo el acervo patrimonial que se conserva a través de la palabra hablada, oral, corre el riesgo de perderse, debido a que la memoria colectiva se menosprecia, no se practica y desaparece.
Esta situación que ha sido la constante desde tiempos inmemoriales cuando interactuaron culturas orales y culturas letradas (lo cual obedece a que los procesos culturales están determinados por muchos aspectos históricos, sociales, económicos y otros concernientes a cada sociedad, que creará lo que le es necesario en el momento decidido) estuvieron signados por procesos de intercambios culturales desiguales de los grupos humanos con prácticas diferentes de relacionarse. Esos intercambios determinaron la fusión de los aportes culturales, convirtiendo en otras nuevas a las manifestaciones culturales de los viejos grupos humanos.
El mestizaje sabio en conjunción con la vida, enriqueció las posibilidades humanas; recordemos las relaciones de los asiáticos orales del Gengis Kan con los letrados chinos. Los intercambios de los macedónicos letrados de Alejandro Magno con los letrados persas e hindúes. Los traumáticos vínculos de los europeos –letrados-, los africanos y los amerindios —orales— en América y muchos otros ejemplos de la confrontación cultural donde las culturas letradas y las orales dialogaron con dificultad y la vida siguieron sus designios.
Ha sido lento el entenderse, ejemplo de ello es el hecho de que en la mayoría de los casos las relaciones que se sustentan en lo oral, con su peculiar relación con el cosmos y el sentido de la existencia que determina formas de actuar y ser, no es valor y se menosprecia.
Cuando nos inscribimos en culturas con escritura y reconocemos los beneficios de la oralidad, queremos transmitir a las sociedades letradas los valores de las culturas orales y las creaciones de sus espíritus. Vemos la necesidad del respeto absoluto al pensamiento de esas culturales orales y la obligación responsable de estudiosos y creadores que nos relacionamos a través de la mediación de la escritura con los seres y las cosas, de transmitir lo que ellas son y crean sin desvirtuarlas.
Otra alternativa para el bien de la humanidad, estará en apropiarse y versionar textos y manifestaciones culturales de distintas facturas determinados por lo oral y, con el debido respeto y conocimiento de sus esencialidades, seleccionarlos y entregarlos en códigos gráficos para crear puentes necesarios a las sociedades, de forma tal que interactúen y se enriquezcan mutuamente.
Registrar y entregar las concepciones del cosmos, los universos de los pueblos orales, lleva a crear a las culturas letradas, creaciones, tejidos de palabras e iconos necesarios para el acercamiento, valoración y disfrute del patrimonio de los pueblos, tesoros que corresponden a refinadas estructuras culturales creadas en relación a los valores de las sociedades y los individuos que las integran.
Entre esas sofisticadas estructuras se encuentran los mitos, los cuales tienen la validez de todo corpus creado por los hombres para entender el Cosmos, sus componentes y vínculos. El mito reposa en el inconsciente individual y colectivo, da forma vital a nuestro sentido del yo y del mundo. El habla humana es instinto con mitos (…) la figura de dicción debe haber sido en el comienzo el personaje literal de la construcción mitológica. Lenguaje y mito se desarrollan recíprocamente (George Steiner, 1996).
Los relatos míticos tuvieron su nacimiento en momentos protohistóricos donde no surgió la necesidad de la escritura y fueron transmitidos por vía oral hasta nuestros días, luego del surgimiento de los alfabetos se consignaron mediante la palabra escrita y se convirtieron en libros sus múltiples versiones, versiones porque la apropiación de esos bienes colectivos al hacerse individual posibilitan miles de lecturas e interpretaciones para transmitirlas, manteniéndose la historia en sus infinitas variantes formales.
Desde la óptica de nuestra cultura de herencia europea, indígena y africana, los clasificamos como literatura (literatura: del latín literae, letra del alfabeto, escritos), historia u otras similitudes que convengan a la hora de interpretarlos y consignarlos dentro de nuestras culturas letradas.
La forma de transmitirlos por la palabra escrita, los harán relatos de las culturas predominantemente visuales y corresponden a su imaginario, la historia apropiada será la esencia del mito o relato cosmogónico o ético y la forma individual de entregarlo, versión, corresponderá a los particulares códigos culturales, medios estéticos y retóricos que utilice el autor que dispone de la tecnología de la escritura.
Los pueblos de nuestra contemporaneidad están sometidos a una amplia cultura audiovisual, la cual utiliza la palabra oral y la imagen para comunicación de los individuos. De acuerdo a intereses precisos, el lenguaje audiovisual fortalece la individualidad y separa de la colectividad (se nutre de los beneficios de la oralidad —mundo de sonido— y de la escritura -mundo visual- para fines muy particulares: económicos, políticos, etc.). La forma en que se estructuran los lenguajes visuales y auditivos se dirigen a fines ajenos en muchas ocasiones al bien común. Conservan el rasgo de exaltación del presente para fines comerciales, muy distantes de satisfacer a los hombres en sus trayectos vitales; alienan, establecen una ruptura entre las necesidades del ser individual y los intereses de la colectividad en muchas ocasiones.
Cuando nos proponemos abordar las pertinencias de los términos Oralidad y Escritura en una cultura letrada occidental y mestiza como la nuestra, se nos plantean diversos asuntos en cuanto a las relaciones que se establecen entre la forma natural de comunicación mediante la palabra hablada o a través de la escritura, tecnología altamente elaborada por la inventiva de los hombres.
Platón (en su época eminentemente oral, donde se iniciaba el uso de la escritura griega) consideraba a la escritura como una tecnología externa y ajena a los hombres, en la actualidad existe el mismo escepticismo hacia las computadoras.
Debemos resaltar las diferencias entre el habla natural, oral, y la escritura que es completamente artificial, técnica. La escritura o grafía surge de la conciencia humana y sus transformaciones, mientras que el habla asciende a la conciencia desde las profundidades del inconsciente (Walter J. Ong, 1993).
Estas manifestaciones humanas, oralidad y escritura, determinan algunas expresiones que se sirven de ellas, ejemplo el mito. Todas las culturas cuentan con un rico acervo de explicaciones de los estadios humano y del surgimiento de los seres y las cosas, los cuales refieren, unos los orígenes del Cosmos y sus componentes y otros, explican sobre problemas de índole moral y ético atinentes a la naturaleza humana y necesarios de entender para el desenvolvimiento social y el conocimiento de sí mismo (incesto, lo común y lo individual, el bien y el mal, etc.) esos conjuntos de textos son los mitos y surgen de la palabra hablada para luego pasar a la escrita.
Estas creaciones en las culturas, en las sociedades orales tradicionales utilizan distintos recursos para ser guardadas en la memoria, entre esos recursos o delicadas estructuras mnemotécnicas destacan: las reiteraciones, el desarrollo de tramas narrativas, patrones fonéticos, sintácticos, métricos, melódicos, rítmicos, utilización de lugares comunes con apoyo de lenguajes corporales y gestuales, todo ello para recordarlos y transmitirlos unos y otra vez, ya que son las bases de la existencia y el desenvolvimiento del individuo y la sociedad.
La historia del mito es su esencia y la transmisión oral o escrita, modifica su expresión y estructura, pero nunca la finalidad establecida en la historia de lo que se debe transmitir. Intérpretes de interpretaciones son los que acometen tan importante misión, por eso consideramos que (…) la sociedad oral concibe la palabra como un evento, una acción y no como un registro de conocimientos o mediadora entre el sujeto y el objeto (Carlos Pacheco, 1992).
Estas aproximaciones a los hechos del habla y de la grafía, establecen actualmente en las sociedades letradas, correspondencias entre ambos acontecimientos e intercambios de comunicaciones y de propuestas estéticas, el tránsito de lo ORAL a lo ESCRITO tiene como consecuencias múltiples posibilidades de relaciones y expresiones.
Los intérpretes de interpretaciones (Platón en el Ión al referirse a los rapsodas, los nombra intérpretes) aproximan a los mitos, mediante el estudio, registro grabado y trascripción que luego recrean o versionan a través de la escritura, ofrecen el patrimonio mitológico que pertenece a todos, sea en Venezuela, América o el mundo.
Experiencia y conocimiento que lleva a entregar los mitos y otros relatos de esas culturas sin escritura en el formato visual de textos escritos que los convierte en otros, diferentes en forma y en finalidad a los registrados en grabación directa de las fuentes orales de donde surgen, aún cuando sean documentados en respetuosa reverencia a la cultura que los creó. Se crea una versión o recrea el mito y se entrega. Intérpretes, traductores con la responsabilidad de crear puentes y lazos para enriquecimiento de la humanidad mediante la apropiación de lo que les pertenece.
Conocer la riqueza de los mitos y las tradiciones orales al ser dichos y oídos en sus pueblos orales, alienta la posibilidad de que una vez escritos, lleguen a ofrecer respuestas a nuestras culturas letradas, sin olvidar que en el transito de lo oral a lo escrito se convierten en otras formas expresivas tramadas por la particular historia personal y social del autor, escritor. Actúan diferente cuando son libros en las sociedades y comarcas orales actuales. Al decir de Ong (…) una imagen equivale a mil palabras. Las posibilidades orales son dinámicas e infinitas para plasmarlas en signos gráficos. Actos de apropiación, donde se establecen múltiples relaciones entre lo oral y lo escrito.
Escritores contemporáneos pertenecientes a la cultura letrada, utilizan dentro de sus obras recursos que son propios de la oralidad en el afán de restituirle a la palabra su comunión con el objeto que designa, el anhelo es que la construcción literaria se corresponda con la realidad que recrea o la transforme.
En consecuencia, existe en la actualidad preocupación por tomar el alma de lo oral y construir catedrales del lenguaje escrito para fortalecer las posibilidades de relación.
BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA:
DERRIDA, Jacques: De la gramatología. México. Siglo XXI
Editores. 1971.
LÉVI-STRAUSS, Claude: Antropología estructural. México. Siglo XXI Editores. 1979
ONG, Walter J.: Oralidad y escritura: Tecnologías de la palabra. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica. 1993.
PACHECO, Carlos: La Comarca Oral. Caracas. Ediciones La casa de Bello. 1992.
PAZ, Octavio: El Arco y la lira. México. Fondo de Cultura Económica. 1973.
STEINER, George: Antígonas. Barcelona. Editorial Gedisa, S.A. 1996.
* Ivonne Rivas es Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela, realizó estudios de postgrado en Literatura Latinoamericana y especialización en Tradición Oral y Gerencia Cultural. Durante cuatro años (finales años setenta) registró in situ, investigó e interpretó diversas expresiones de las culturas orales amerindias del territorio venezolano; resultado de ese conocimiento son los libros: EL DUEÑO DE LA LUZ, mito Warao. Ed. Ekaré, Caracas, 1997. COMO SURGIÓ EL DIA Y LA NOCHE, mito Yukpa. Alfadil Ediciones y Comala.Com, Caracas, 2005. ORÍGENES DE LOS SERES Y LAS COSAS, mitos Warao, Piaroa, Pemon y Wayuu. Ed. Alfaguara, Caracas, 2008; otros textos de creación y reflexión en publicaciones periódicas.
Investigadora, docente y gerente cultural en el campo de la literatura, tradición oral, artes visuales, animación socio-cultural.
Desarrolló en 1997, la Cátedra de Estudios Latinoamericano Andrés Bello, The University of West Indies, Barbados.
es que cuando una persona cuando va ha expresar su sentimentos o ideas etc,se desenvuelve al decir todo
mi nombre es Dennier Rojas soy docente de 5to grado adcrito a secretaria Regional de Educacion del estado zulia y una de mis alumnas va a participar en un programa llamado cuenta cuento y va narrar el dueño de la luz y antes de iniciar la narracion tiene que dar una pequeña biografia del autor ya tengo todos los datos de Ivonne Rivas se que nacion en Caracas y otras cosas pero no tengo la fecha de Nacimiento si me la puede facilitar se lo agradezc gracias
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