Bien entrado en la lectura de Las peripecias inéditas de Teofilus Jones, segunda novela del venezolano Fedosy Santaella, me asaltan dos referencias ineludibles: La conjura de los necios (1980), desconcertante y póstuma pieza literaria de John Kennedy Toole, y Brasil (1985), portentosa película futurista de Terry William. La primera como expresión del absurdo de la vida cotidiana y la segunda como la manifestación de un mundo tragicómico que no alberga esperanzas. No pretendo decir que el escritor declare alguna influencia, pero como lector ubico dentro de ambas fronteras al grisáceo burócrata que recibe el difícil y secreto encargo de cuidar el gato del Gran Barbado, Sacerdote de la Nación y Supremo Presidente de un país no identificado pero que podemos definir con cierta rapidez. Situaciones insólitas, a veces descabelladas, que chapotean en los fangos de la metáfora con un tono que juega a la comedia aunque, en definitiva, arropa el drama de una nación dominada por una dictadura de nuevo tipo.
Autor de varios volúmenes de cuentos y de la novela Rocanegras, este escritor nacido en Puerto Cabello hace 40 años esgrime con pericia la ironía y el desparpajo para desmontar los mecanismos de funcionamiento de una sociedad sometida al poder absoluto y personalista de un Estado teocrático, sintetizado en un mandatario muy particular. Lo hace a través de la conducta de un personaje principal, Teofilus Jones, y de un conjunto de personajes secundarios —Rosita Candelaria, Ángela, Alain Charleori, Lenín Chifaque, Gómez— que rodea la trama medular. Santaella ubica a Teofilus en un plano periférico que le permite adquirir distancia sobre lo que vive y observa. Ciertamente el escritor recurre al humor como elemento de sostén de la narración pero su intención no es divertir. No es una novela humorística, ni siquiera una pieza ligera. Aunque se lee con cierta sencillez, no desprovista de sonrisa, la narración propone una reflexión sobre lo que sucede de manera cotidiana en este país o en cualquier otro donde el personalismo y el autoritarismo constituyan la norma del Gobierno.
Las peripecias inéditas de Teofilus Jones establece el combate inevitable entre la libertad y el poder, a través de una mezcla muy peculiar de policial con ciencia ficción, trabajada con el aderezo del absurdo, de la visión religiosa y del concepto liberal de la política como contraposición del Estado totalitario. Las metáforas que cruzan su trama están dirigidas a observar los laberintos del poder absoluto y populista, con cierto misticismo mesiánico. El discurso del Supremo Presidente se edifica sobre la base de la retórica paternalista de todos los dictadores.
Teofilus encarna cierta picaresca venezolana enraizada en ese personaje popular que se convierte en héroe muy a su pesar. No abriga el espíritu de libertador sino el del sobreviviente. Es un individuo —no el símbolo del colectivo— que en un momento dado se sitúa en una posición privilegiada desde donde disecciona la fuerza y la fagilidad de la ideología. Es un cronista involuntario de una historia que mezcla burdeles convertidos en templos religiosos —Ora pro nobis— con sectas políticas de la India, más unos contrabandistas belgas y otros elementos no realistas pero sí referidos tangencialmente y con mucho sarcasmo a la propia realidad.
Es el primer texto de Santaella que leo —si no cuento sus agudos posts en Caja Virtual en http://fedosysantaella.blogspot.com/— y creo que debo aventurarme en su anterior novela, Rocanegras, en Ediciones B, para comprender mejor su perspectiva como narrador. Esta primera aproximación me dejó con ganas de leer más.
LAS PERIPECIAS INÉDITAS DE TEOFILUS JONES, de Fedosy Santaella. Alfaguara, Editorial Santillana, 2009, Caracas. 240 páginas.
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