Escuché su nombre por primera vez en Londres, en el 2002, cuando una piba argentina, hablando maravillas de una librería de la ciudad, me dijo: “Tiene de todo, ¿viste?, hasta libros de Rodolfo Walsh”. Sabía que mantuvo una polémica con Cabrera Infante, ya en 1968, por las primeras declaraciones del habanero vocacional sobre la deriva autoritaria del régimen castrista. Walsh, aunque bien afeitado, fue un defensor de las inquisitoriales barbas revolucionarias. Su historia en estas líneas no termina allí.
Fue escritor de cuentos policiales, periodista detectivesco, guerrillero. Entiendo que dirigió una agencia de prensa clandestina en la Argentina de la dictadura y que uno de sus comunicados era: “El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento”. Se cuenta que estuvo involucrado en secuestros y en algún asesinato. En marzo de 1977, en Buenos Aires, después de enviar por correo su carta a la junta militar, un comando del ejército lo detuvo y desapareció para siempre. Quiero salir de esta rutinaria ficha policial y me hago con Operación masacre, reeditada hace poco en España por 451.
El tema es el asesinato por policías y militares de un grupo de supuestos simpatizantes del primer Perón. Operación masacre es una denuncia valiente y una heroica investigación periodística aderezada de pésima literatura. También, un intento de dar un tono ficcional —de thriller— a unos hechos entonces oscuros y luego oscurecidos por el Estado argentino. Walsh, como tantos, confundía literatura (y hasta periodismo) sin más con ficción, y la parte de ficción aquí es, a mi parecer, no un escamoteo, pero sí una postergación o un edulcorante de los hechos y su posible verdad. Por eso tampoco me parece un reportaje especialmente eficaz. La ficción como único valor literario ¿no es tan ciega como cualquier otra ideología?
En una excelente crónica sobre Walsh, recogida en O leitor apaixonado, el brasileño Ruy Castro cuestionaba con malicioso desencanto: “¿Desde cuándo la ilegalidad es delito en regímenes de excepción?” Es una pregunta que resume, con claridad, otras del argentino.
Walsh lidió con ese monstruo judicial que es la impunidad. Su misma desaparición sigue sin culpables hasta la fecha. ¿Habrá que escribir una novela para denunciarla?
Hola Leonardo: Me gusta tu estilo. Muy conseguido el principio de este artículo. Las frases no dejan de ser rotundas a pesar de que se enlazan quizás un poco más de la cuenta en algunos párrafos. Entiendo que es cuestión de estilo personal. Yo utilizo más el «punto y seguido». La idea del personaje va progresando en el texto muy bien estructurada. Creo que sabes compensar la historia del autor, sus datos personales, con la reseña de su obra. Me ha chocado la expresión «tono ficcional». Simplemente, choca, no la juzgo. En ese mísmo párrafo redundas con la palabra «ficción» e imagino que es a propósito para reforzar la idea.
Un saludo y feliz fin de semana.
Eva