Alexis Márquez Rodríguez LAS ELECCIONES DE SEPTIEMBRE

Todos saben que las elecciones del 26 de setiembre son fundamentales. La renovación de la Asamblea Nacional es perentoria. Después del disparate de la oposición en las elecciones anteriores, cuando su abstención produjo una asamblea monocolor, esta se convirtió en el templo de la aquiescencia borreguil ante el poder omnímodo del presidente Chávez, dando así su aporte a la novísima doctrina de la inconveniencia de la separación de los poderes. La sola presencia de la oposición en la cámara no basta para modificar esa conducta, basada en una clara vocación de servilismo, pero sin duda una bancada  opositora, aun minoritaria, haría más difícil ese ejercicio de aquiescencia irracional y sistemática.

Por otra parte, su presencia en la Asamblea  le daría a la oposición otra tribuna, aun más  eficaz que sólo los medios de comunicación. Y es obvio que la voz opositora tiene una incidencia muy  importante en la formación de la opinión pública, nacional e internacional.

Esto en el supuesto de que la presencia opositora  en la Asamblea fuese minoritaria. Si aun siendo así superase la tercera parte de los diputados, aquellos supuestos  favorables  se enriquecerían, al poner en manos de la oposición la  clave para tomar decisiones por mayoría de las dos terceras partes, como la designación de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, la de los miembros del Consejo Nacional Electoral y algunas otras.

A lo dicho se agrega la posibilidad de obtener la mayoría de los diputados. La posibilidad, digo, porque es  absurdo dar por sentada la derrota del chavismo el 26 de setiembre. Es, por supuesto, una meta  alcanzable, a juzgar por los resultados de las encuestas más conocidas y confiables. Pero no hay que olvidar la inmensa capacidad del chavismo para la trampa y el fraude. Las últimas reformas legislativas y reglamentarias fueron fríamente calculadas para dar ventaja a los candidatos chavistas. Aun así existe la posibilidad de revertir la trampa y el fraude, y obtener el control de la Asamblea. Lo cual sería mortal para el  chavismo, a la vista de las elecciones presidenciales de 2011.

No hay que hacerse ilusiones. La oposición va a  las elecciones de setiembre en condiciones en que lo  mismo puede obtener una victoria que una derrota. En lo que no puede haber duda es en la necesidad de votar, con la convicción de que, sea lo que fuere, la presencia de la oposición en la futura Asamblea Nacional es una necesidad que sólo puede aportar  efectos positivos.

Acerca de Alfonso Molina

Alfonso Molina. Venezolano, periodista, publicista y crítico de cine. Fundador de Ideas de Babel. Miembro de Liderazgo y Visión. Ha publicado "2002, el año que vivimos en las calles". Conversaciones con Carlos Ortega (Editorial Libros Marcados, 2013), "Salvador de la Plaza" (Biblioteca Biográfica Venezolana de El Nacional y Bancaribe, 2011), "Cine, democracia y melodrama: el país de Román Chalbaud" (Planeta, 2001) y 'Memoria personal del largometraje venezolano' en "Panorama histórico del cine en Venezuela" (Fundación Cinemateca Nacional, 1998), de varios autores. Ver todo mi perfil
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