En estos días cumple ochenta juveniles años, de los cuales ha dedicado 55 a su lúcido, insobornable, original y valiente legado artístico. Lo que en literatura son William Faulkner, Ernest Hemigway, Carson McCullers y Mark Twain, al horadar el trasfondo de la Norteamérica oscura y profunda, en el cine lo marca con indeleble sello Clint Eastwood, director, guionista, productor, compositor, adicto al jazz, actor de excelencia para encarnar lo mismo al pistolero cínico de Lo bueno, lo malo y lo feo que al agresivo policía justiciero apodado Harry el sucio o la más erótica y protectora virilidad en Los puentes de Madison.
Su extensa filmografía es fuente precisa para quien investiga el alma estadounidense pues cada una de las joyas donde interviene, irradia la mirada sensible del outsider que a fondo interpreta eso que muchos simplifican despectivamente como yanquismo, fenómeno histórico complejo en su dramático juego de luces y sombras.
Hace poco Laureano Márquez propuso desde el diario Tal Cual que Morgan Freeman por su rol del invicto Mandela fuera nuestro futuro primer mandatario. Como todo racista pitiyanqui del cuarto mundo que se respete, voy más allá, lanzo la candidatura del dueto blanco Clint—negro Freeman, que comenzó en 1992 con el llamado “western perfecto”, Los imperdonables, para Presidente de la República y de la Asamblea Nacional respectivamente.
Lo imposible sería que Clint, dueño de la difícil honestidad creativa, produjera un rollo como el que Oliver Stone exhibe mundialmente, titulado Al sur de la frontera. Se requiere adicción al escándalo propagandista, oportunismo y descaro para llamar documental a una colcha de retazos rojos como las alfombras que tanto busca y obtiene el autor. Superficial y cómoda pose izquierdosa. Lástima, porque son suyos los guiones de dos clásicos antibelicistas de la década de los ochenta: Pelotón y Nacido el 4 de julio.
¿Será casualidad que su muestra reciente en Cannes se llama El dinero nunca duerme? Oliver, tan crítico de la corrupción en Wall Street, vino, vio y le dio vivas al bolívar fuerte, frase inventada por el agudo pueblo venezolano, galleguista al fin, que por encima del oficial odio impuesto, aún ama, sufre. espera… y ahora se desespera.
Clint cumple años hasta los ciento veinte, por favor. Tu próximo filme —diriges la biografía del misterioso Edgar J. Hoover, ex director del FBI— será otro que traspasa fronteras.
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