Algunas veces toma minutos, incluso segundos, para que la naturaleza más íntima de algunos procesos u organizaciones se desnude sin ningún pudor.
Eso sentí que ocurrió con el Consejo Nacional Electoral, en la madrugada del 28 de septiembre, cuando luego de una larga e injustificada espera, su presidenta, entre tragos de agua y palabras esquivas, se dirigió a los venezolanos para informarles de los resultados electorales del día anterior. Palabras más, palabras menos, la funcionaria dijo dos cosas sorprendentes: i) que durante esas largas horas que nos tuvieron esperando, los directores del organismo habían estado discutiendo sobre la “mejor manera de presentar los resultados”, y ii) que habían esperado para presentar dichos resultados “hasta cuando éstos reflejaran tendencias irreversibles”. Esas dos cándidas revelaciones confirman que nuestro árbitro electoral no es tal.
En primer lugar, ¿cómo es eso de que el árbitro está buscando la mejor manera de informar los resultados? ¿La mejor manera para quién? Obviamente que si está tratando de buscar la mejor manera de presentar los resultados es porque busca favorecer o desfavorecer a alguien al presentarlos.
Obviamente que intenta manipular de alguna manera la información de que dispone, que su papel va más allá de recoger y contar los votos imparcialmente.
Luego, la segunda afirmación de la Presidenta del CNE: ¿cómo es eso de que sólo quiere dar los resultados cuando éstos muestren tendencias irreversibles? ¿Es que entonces los electores no pueden ir conociendo los resultados parciales como se hace en tantas partes del mundo? ¿Es que si los resultados hubiesen estado más reñidos, hubiésemos tenido que esperar mucho más por un boletín del CNE? Esa decisión del organismo electoral es tan arbitraria como lo sería el que un narrador radial de un juego de futbol decidiera no informar a los oyentes sobre los goles que se produzcan, sino hasta el final del partido. El problema de cómo los electores reaccionen frente a los resultados que se van produciendo en unos comicios no es un problema del árbitro. Este tiene que informar, cualesquiera sean los resultados, según unas reglas predefinidas y muy claras. Eso es paparte de la transparencia e independencia que se espera del organismo comicial. Si no actúa así, no es un árbitro sino más bien un arbitrario.
Lo que poco se ha dicho sobre el «retraso» en la información de los resultados, es que lo alargaron, entre otras, por las siguientes razones: 1. Porque los resultados eran -con manipulacion de por medio- irrefutables y 2. Porque querían evitar el impacto en la mayoría de la población y el festejo de los que votaron por el MUD. En este sentido fué un verdadero «madrugonzo»… al cual ya nos tienen acostumbrados cuando los resultados no les favorecen.