Viernes post-Nobel a Vargas Llosa:
Espero mi turno de entrar a cabina en Radio Programas del Perú (RPP), para el análisis internacional de la semana, ya a sabiendas que el Nobel de la Paz le fue otorgado al disidente chino Liu Xiabo, encarcelado por segunda vez en 2010 —con un total de 11 años tras las rejas— por el simple hecho de liderar un movimiento opositor al régimen que hoy solo tiene de “comunista”, la nomenclatura, el sistema de partido único y los métodos totalitarios.
Me precede en el micrófono un dirigente de un partido de izquierda radical peruana, y asegura que atrás quedaron los años de violencia y fanatismo. Escuchándolo, le otorgo el beneficio de la duda, hasta que emite dos expresiones que me vuelven escéptico sobre su supuesta rehabilitación como demócrata. La primera es su calificación de fascistas a los oponentes, y no puedo evitar una reflexión sobre un tema apasionante: la incapacidad de izquierdistas y derechistas a ultranza, de comprender que la tiranía es ambidiestra y que no es la ideología, sino, el uso y abuso del poder represivo, lo que la define como tiranía. Algo que es un ABC del sentido común y el gran aporte de la filósofa Hannah Arendt cuando en su trilogía Los Orígenes del Totalitarismo (1951), demostró que el experimento social del nazismo y del comunismo soviético “son hermanos gemelos”, pues ambos son fascistas al plantear al colectivismo y al Estado por encima del individuo y su derecho a la libertad, amén de las brutales masacres perpetradas por ambos regímenes.
Mientras haya personas etiquetando a sus adversarios de “fascistas”, “caviares”, “nazis” o “estalinistas” sin autoanalizar sus elogios a la tiranía y su desprecio a la libertad individual —pensé— las extremas derecha e izquierda seguirán siendo “hermanas gemelas” de la intolerancia.
Volviendo a la cabina de radio, el autoproclamado “demócrata” no pudo contestar tajantemente, si felicitaba o no al Comité Noruego por otorgar el Nobel de la Paz al disidente de un régimen liderado por un Partido Comunista. Entonces, sentí no fortuito, que Vargas Llosa hubiera recibido un día antes el de Literatura, puesto que un disidente de la totalitaria China, y un escribidor que desafió la incapacidad al cambio —en su transformación de un ferviente comunista a un empecinado defensor de los sistemas de libertades— no es coincidencia. Después de todo, la esencia de la obra de MVLL —defensa a la libertad individual y condena a los fanatismos ideológicos, religiosos, étnicos, militares, políticos y hasta sentimentales— tiene de símbolo a personas como el prisionero de conciencia Liu Xiabo.
Algunos pueden ver a MVLL sólo como un irredento “neo-liberal”, pero eso queda para quienes necesitan etiquetas al argumentar sus opiniones.
El pensamiento y las acciones de este gran humanista son demasiado profundos para esa clase de adjetivos simplistas y herméticos.
En una estación de radio peruana en la Lima en donde “Varguitas” escribió radionovelas, y luego participó en el programa Mi Novela Favorita, tuve la sensación de que en el 2010, coincidieron en esencia, los Premios Nobel de Literatura y de la Paz.
Debe estar conectado para enviar un comentario.