El rotundo fracaso del marxismo contra la pobreza viene de su guerra contra la clase media. Marx ni siquiera llegó a intuirlo. Esa visión de la sociedad movida por la pugna entre burguesía y masas se expresa claramente en aquel famoso pasaje del Manifiesto Comunista. “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases”. Para el marxismo existe una burguesía dueña de los medios de producción y una masa de trabajadores explotados. Marx propone una ecuación simple y ahistórica. Empoderar a las masas y destruir a la burguesía.
Increíble que esta simplificación infantil haya logrado dividir al mundo, provocando millones de muertes. Claro, en ese momento no se barruntaba la formidable potencia de la auto superación por esfuerzo propio como forma moral superior del capitalismo, tampoco la revolución del Capital Humano y aun menos la posibilidad de una sociedad del conocimiento. Según el marxismo nunca hubiese podido existir un Bill Gates, que construye su riqueza solo a partir de su conocimiento.
Todas estas pretensiones marxistas siempre acaban en la imposición de colectivismos despóticos, bajo la excusa de que se trata de desviaciones de los socialismos reales. ¿Cuál será el verdadero “el irreal”?
Las masas son seres humanos pujando por vivir, por encontrar salidas, las múltiples que existen y que ninguna de ellas es la lucha de clases. Para algunos, es la educación que les permite revalorizarse en el mercado de trabajo (Becker).
Para otros, es la creatividad, la inventiva, crear nichos en el mercado. Trabajar como asalariado y participar activamente en negociaciones contractuales.
Aprovechar programas extensos de microcréditos que tornen productivas habilidades artesanales y constructivas (Yunnis). Y, algo novedoso, legalizar la propiedad informal para que sirva como garantía para ingresar al sistema financiero (De Soto)
Si nos atenemos a la nomenclatura marxista, los microempresarios que desarrollan tenazmente una habilidad, un arte, un pequeño capital, serían pequeños burgueses reaccionarios a los cuales hay que aplastar.
Clase media es la gente que desde su pobreza logra graduar un hijo de médico, ingeniero o economista. También el mecánico que en su pequeño taller hace crecer su clientela. En fin, todo aquel que no vive aplastado por sus necesidades básicas. Por ello no se define solo por el nivel de ingresos sino por la fuerza de su espíritu de vida y realización. Está integrada por ex -pobres que han logrado ascender por su esfuerzo personal.
Marx no logra concebir su existencia porque en su visión rudimentaria, la sociedad esta dividida en explotadores y explotados, autodestruyéndose.
La gran paradoja es que el capitalismo en lugar de cavar su sepultura como lo pronosticó, ha dado lugar a este poderoso movimiento que está cambiando la historia, personas, que aprenden, superan la exclusión y luchan por su autonomía personal y colectiva.
Ha sido un devenir distinto al que auguraba Rosa Luxemburgo “la vida socialista exige una completa transformación espiritual de las masas degradadas por siglos de dominio de la clase burguesa. Los instintos sociales en lugar de los egoístas, la iniciativa de las masas en lugar de la inercia, el idealismo que supera todo sufrimiento, etc.”
La iniciativa de las masas, contrario a R. Luxemburgo, ha sido mejorarse, aprender y emprender por su propio esfuerzo y no por “instintos sociales” que como todo oxímoron no creo que exista.
Las masas en lugar de degradarse han tenido un parto grandioso, en el capitalismo: una clase media que lucha por los derechos humanos, protagonista de todos lo movimientos contra la miseria y el autoritarismo. Tal como sucede en Libia, donde las tribus que rechazan a Gadaffi están representadas por nuevas generaciones que no quieren dictadores, ni excluirse de la historia de la humanidad.
Ante la pregunta: ¿Quiere usted parecerse y vivir como una persona de la clase media? encontramos una respuesta abrumadora en nuestros sectores populares: “es nuestro único modelo, la gente que se ha superado a si misma”. Los pobres si saben cual es el camino para construir el país, basta ya de explotados y toda la jerigonza marxista demodé. Construyamos un país integrado por una poderosa clase media, trabajadora y emprendedora. Seres humanos conscientes de que tienen que luchar responsablemente por su libertad y su prosperidad. Para eso sobran los medios democráticos.