La infancia es el primer misterio que atravesamos. Marca nuestra personalidad y permanece en la memoria involuntaria. Desde ese territorio distante, un pintor de setenta y un años reencuentra el sentido de la vida. Una niña de ocho años le muestra caminos distintos que le permiten enfrentar su incipiente ceguera. Son dos seres ubicados en las antípodas que se van acercando efectivamente para superar sus soledades. Tras enviudar, Rufino ha iniciado su viaje de retorno a sus orígenes, a su juventud y al pueblo costeño donde conoció a su esposa y donde se inició como artista, mientras Ana E apenas ha descubierto la memoria inmediata y vive su presente intensamente sin importarle lo que le deparará el futuro. Esa relación de enfrentamiento, primero, y de afinidades, después, conforma el eje medular de Una mirada al mar, film de la venezolana Andrea Ríos que hace honor al horizonte finito de la vida.
Esta ópera prima de Ríos da continuidad a un punto de vista expresado en varios de sus cortometrajes y en su participación en la trilogía 1, 2, 3 mujeres que se estrenó en 2008, al lado de Andrea Herrera y Anabel Rodríguez. El personaje infantil ha estado presente en su obra, enraizado al universo familiar y a la relación con la madre. No obstante, en su nuevo film desplaza el interés dramático hacia el vínculo entre la vejez y la niñez. De hecho, Ana E es huérfana y no ha podido vivir con su mamá y sus primeros años los cruza al amparo de Gaspar, pintor y amigo de Rufino desde la juventud. El ocaso y la esperanza reunidos en la localidad costeña que a veces está ubicada en Margarita y otras en el litoral central. Lo importante es que se trata de un hábitat no urbano en un tiempo no definido donde el mundo exterior parece no ser determinante en la vida de sus personajes: Rufino, Ana E, Gaspar, la maestra, la trabajadora social, los vecinos, los otros niños. Pero cada cual tiene su propio conflicto, muy personal.
Una mirada al mar se fundamenta en un guión escrito por la desaparecida María Nella Alas, con una perspectiva muy íntima, casi contemplativa, que tarda un poco en desarrollarse. Ríos interpretó esa historia gracias a una puesta en escena que evade la espectacularidad y se centra en el flujo de sus personajes priorizando la historia central de Rufino y Ana E sobre las tramas secundarias de Mauri o las evocaciones de Esperanza o las travesuras de los chicos de la escuela. Este planteamiento dramático adquiere un tono narrativo sobrio y hermoso que, más allá de sus virtudes, no logra articular de forma equilibrada las vertientes del film. Mientras la veía pensé que la historia tal vez sería más apropiada para un mediometraje, más compacto, que para un largo. Pero sabemos que en Venezuela eso no es posible por razones comerciales. En todo caso, Ríos confirmó su punto de vista sobre la niñez, la familia, el final de la vida y el derecho a la felicidad.
La realizadora venezolana propuso una metáfora del ciclo vital y de las necesidades afectivas de los seres humanos con visión signada por el azul del mar. En este sentido, la dirección de fotografía de Vitelbo Vásquez busca la representación luminosa y cromática de la costa venezolana aunque, por momentos, el video traiciona su concepción de los colores y las texturas de los paisajes. En otra área de expresión, el montaje compartido por Armando Silva, Carlos Mendoza, Andrea Ríos y Liana Domínguez, adquiere un tono casi documental que deja fluir la historia como un observador discreto.
La niña Yucemar Morales ejecuta una sorprendente actuación como Ana E, con mucha naturalidad y carisma, que se desarrolla en su relación con el universo adulto y con los otros niños. Ella es el centro de la trama. El trabajo interpretativo con los pequeños actores se revela como una de las virtudes del film. Los veteranos Fernando Flores y Asdrúbal Meléndez llevan adelante con eficiencia los personajes de Rufino y Gaspar, con el resplado actoral de Zoe Bolívar, Juliana Cuervos y Bebsabé Duque, entre otros, y con el retorno a la actuación de Loly Sánchez en un pequeño pero significativo papel.
Una mirada al mar representa un tipo de cine no usual en nuestro país. Tal vez no sea comercial pero no creo que su realizadora y sus productores persiguieran el éxito de taquilla como fin último. El desarrollo de la carrera de Andrea Ríos luce prometedor.
UNA MIRADA AL MAR, Venezuela, 2011. Dirección: Andrea Ríos. Guión: María Nella Alas. Producción: Victor Fernández para la Fundación Villa del Cine. Fotografía: Vitelbo Vásquez. Montaje: Armando Silva, Carlos Mendoza, Andrea Ríos y Liana Domínguez. Sonido: Frank González. Música: Ignacio Barreto. Director de Arte: Antonio Alfonso. Elenco: Fernando Flores, Asdrúbal Meléndez, Yucemar Morales, Zoe Bolívar, Loly Sánchez, Juliana Cuervos, Bebsabé Duque, Leonardo Pinto, Amilcar Marcano, Mariangela Fernández, Crismariangel Pimentel. Distribución: Amazonia Films.
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