El ilustre lingüista Noam Chomsky, gran admirador de Hugo Chávez y de su sedicente “revolución bolivariana y socialista”, ha pedido que la juez María Lourdes Afiuni, a quien, en su opinión, se ha sometido a procedimientos crueles, sea puesta en libertad plena por razones humanitarias. El propio Chomsky ha aclarado que en la publicación de su pedido algunos medios de comunicación han asomado supuestos falsos que ponen en duda su apoyo al régimen venezolano, pero no ha desmentido que haya reclamado la libertad plena de la juez.
Apenas publicada la posición de Chomsky, la inefable Eva Golinger se apresuró a declarar que había hablado con el insigne lingüista, y que este le había manifestado que había sido víctima de una manipulación por parte de ciertos medios de comunicación. Con frecuencia voceros del chavismo acusan a la oposición de manipular la opinión pública, con el propósito de desprestigiar la labor del presidente Chávez y de pretender desestabilizar el régimen. De paso, suelen definir tal manipulación como propia del fascismo.
El Diccionario de la Real Academia Española define el verbo “manipular”, en su 3ª acepción, que es la que por ahora nos atañe, como la acción de “Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares”. Además de señalar que la “manipulación” supone “medios hábiles y, a veces, arteros”, destaca en esta definición del verbo “manipular” el propósito de “distorsión de la verdad o la justicia”. A la luz de este señalamiento, tan preciso, cabe preguntarse quién manipula sistemáticamente la opinión pública en la Venezuela actual.
La respuesta no puede ser más obvia: nunca en la historia de nuestro país había habido un gobierno tan mentiroso como el que hoy padecemos. Los doce años de gobierno chavista han estado signados, entre otros vicios, por el ejercicio permanente y sistemático de la mentira. El primero en mentir descarada y constantemente es el propio Chávez, y hay como una persistente emulación de tal conducta por parte de ministros, directores, magistrados judiciales, fiscales, contralores, diputados, y en general funcionarios de todo tipo y jerarquía pertenecientes al chavismo, que parecieran competir en ser cada uno más mentiroso que los demás. Siendo este, por otra parte, un gobierno de jalabolas, no es descartable que cada uno de estos personajes utilice la mentira como una manera de pretender parecerse al comandante, imitando su reiterada costumbre de mentir y de manipular la opinión pública.
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