Sorprende leer escritos subterráneos de madres cubanas que superando el temor a la represión se atreven a descubrir la verdad detrás de todos los grandes éxitos educativos de esa revolución.
Gracias al valor de la Generación Yoani, desafiando el temor, se atreven a declarar los padecimientos de los estudiantes y de sus padres: “A los alumnos les ha tocado padecer también la falta de preparación de los llamados maestros emergentes y las largas horas de clases impartidas por un televisor. Desde hace dos cursos, el grupo donde está mi hijo no tiene profesor de inglés ni de computación y la asignatura de educación física es una hora correteando –sin supervisión– por el patio de la escuela. La falta de exigencia y la mala calidad educativa han llevado a los padres a poner los parches del conocimiento en las innumerables lagunas que les van quedado.”
La similitud con las denuncias de lo que ocurre en Venezuela no es una casualidad, la debilidad de la formación que produce la exoneración de materias básicas (matemáticas, física, química y biología) como práctica corriente, el rechazo que sienten los estudiantes de las Misiones a situaciones como las que describe esta madre cubana “la falta de preparación de los llamados maestros emergentes y las largas horas de clases impartidas por un televisor.”
Los maestros son suplantados por televisores, máquinas repetidoras de contenidos doctrinarios, de monsergas sobre el éxito de la revolución, ajenas por su condición al aprendizaje, al ánimo de aquellos estudiantes a los cuales les ha sido escamoteada la figura pedagógica del maestro. Ni que decir sobre la denuncia acerca del estado físico de las escuelas, algo que parece que también estamos imitando: “Afortunadamente, la escuela de Teo no es de las peores. Aunque el olor del baño se pega en las paredes y en la ropa, porque nadie quiere trabajar como auxiliar de limpieza por la miseria que pagan.”
En cuanto a la calidad de la educación es notable el parecido con lo que ocurre en nuestro país: “Tampoco –y eso es un alivio– se compran y se venden calificaciones, práctica cada vez más común en los centros docentes. Los maestros que ha tenido, a pesar de estar mal preparados, son personas de carácter afable a los que la comunidad de padres hemos intentado ayudar”.
El desterrado consumo de las mercancías capitalistas aparece por los poros de la revolución cubana, los maestros empobrecidos y mal preparados son víctimas de la tentación consumista: “Cada examen tiene una tarifa y pocos se mantienen incólumes ante la tentadora oferta de un teléfono móvil o de un par de tenis Adidas a cambio de una nota de sobresaliente.”
Y por supuesto el miedo a denunciar. La imposibilidad de los padres de actuar como contralores, de estar atentos a la suerte de sus hijos en las escuelas, “He evitado tocar este espinoso asunto del deterioro del sistema educativo por el temor –lo confieso– de que mi hijo se viera afectado a causa de los criterios de su madre. Durante los tres años que él ha estado en la secundaria básica, apenas si he deslizado un par de críticas sobre el estado de la infraestructura escolar, pero ya no aguanto más.”
Imposible evitar que mi memoria la ocupe la eterna pregunta que le formulan a cualquier venezolano que requiera algún beneficio, un crédito o cualquier servicio público ¿Pero, tú no habrás firmado, acaso estás en la lista de Tascón? Ante todo esto me pregunto, ¿qué verdades monstruosas se conocerán una vez desaparecida la dictadura castrista en esa hermosa y sufrida tierra cubana? Y aquí, ¿cómo será?
isaper@gmail.com
@isapereirap
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