Una de las más gratas sorpresas del Festival Gourmet Internacional fue la cata realizada el sábado pasado de los champañas de Louis Roederer —que retornan al país gracias a la alianza con Destilerías Unidas— con el estandarte de su etiqueta más prestigiosa: Cristal. Dirigida con rigor técnico por Ettore Perin, enólogo italiano asentado en Venezuela, pudimos apreciar cinco vinos estelares: el Brut Premier, el Rosé Vintage 2006, el Vintage 2005, el Cristal 2004 —sin duda la estrella de la noche— y el Carte Blanche Demi Sec. Un reducido grupo de cuarenta personas —entre los que se encontraban Massimo Bottura, jefe de cocina de la Osteria Francescana (dos estrellas Michelin) en Modena, el gastrónomo Armando Scannone y la periodista Marianella Salazar, entre otros— degustamos brevemente estos caldos en un ambiente amistoso y relajado. Esa noche recordamos el sabor de la gloria.
Louis Roederer representa uno de los grandes nombres de la región de Champaña en Francia. En realidad fue fundada en Reims en 1776 por la firma Dubois Père & Fils, la cual vendió sus propiedades a Nicolas Schreider, quien en 1827 se asocia con su sobrino Louis Roederer, oriundo Estrasburgo, que la recibe en herencia en 1833 y la rebautiza con su propio nombre. Treinta años después Roederer ya vende anualmente más de dos millones y medio de botellas en Estados Unidos, Europa y Rusia, donde el zar Nicolás Alejandro Romanov la nombró casa proveedora oficial de vinos para la Corte Imperial. Se dice que Cristal fue una creación de Roederer para el último zar, embotellada en vidrio transparente y no verde a petición del monarca, hasta que llegaron Lenin y sus revolucionarios y acabaron con esos placeres. Sólo en 1945, al concluir la II Guerra Mundial, Cristal comenzó su vida comercial y pública para quienes pudieran pagar sus burbujas. Desde entonces el prestigio ha crecido. Pero volvamos a la cata del sábado 29 de octubre.
El punto focal de la sesión fue el cuarto champán degustado, el Cristal de la cosecha 2004, año pésimo para la mayoría de las cepas tintas pero excelente para las variedades pinot noir y chardonnay que nutren el buque insignia de la casa Louis Roederer. Con muchas burbujas y un color pajizo, dejó sentir una suave ruta cítrica en sus sabores. Realmente superlativo. Uno de los presentes planteó que no estaba en su mejor momento, que le faltaba tiempo para alcanzar el equilibrio, pero para mí se encontraba espléndido, sin duda alguna. Hubo un pequeño debate que fue zanjado por las opiniones determinantes y convincentes de la periodista Salazar y del gastrónomo Scannone: se trata de un magnífico champaña para la celebración inmediata y muy merecida. Voilá.
De las otras etiquetas me gustaron el Brut Premier —un champán sin añada, seco, delicado, de burbuja fina— y el Vintage 2005 —con cierta reminiscencia a mantecado, muy sinuoso— pero los que me sedujeron de manera especial fueron el Vintage Rosé -—en realidad con color a salmón pálido, burbuja ágil y mucho sabor a uva-— y el Carte Blanche demi sec —muy levemente dulce, floral, bien balanceado— con una marcada personalidad en sus respectivas sendas. Vinos sorprendentes, poéticos, cercanos a la perfección. Todos son champañas deliciosos, especiales, muy caros. Nada baratos. Es para para disfrutarlos en ocasiones especiales con personas especiales.
Gracias a Destilerías Unidas los champañas de Louis Roederer estarán presentes en Venezuela, a pesar de todos los problemas económicos que nos azotan y que nos restringen en el disfrute de productos de primera insignia.