Esta es una historia real. Durante la temporada de 2002, el equipo peor pagado de las Grandes Ligas de la pelota estadounidense, Atléticos de Oakland, logró la hazaña de sumar veinte victorias seguidas para establecer un nuevo récord en la Liga Americana. El equipo inició esa misma temporada con once derrotas consecutivas. ¿Cómo pudo pasar de ser un equipo de perdedores a uno de triunfadores? Eso es lo que narra Bennet Miller en El juego de la fortuna, un film centrado más en las cifras, los promedios y las estadísticas que en las habilidades deportivas de sus jugadores. Una extraña película sobre lo que pasa en el béisbol que incluso gusta a quienes no saben nada de béisbol.
El personaje central de Moneyball es Billy Beane (interpretado por un magnífico Brad Pitt), un ex jugador mediocre que a los dieciocho años desperdició una beca para estudiar en Stanford y optó por la pelota profesional. A sus cuarenta y seis años es un perdedor que trabaja como gerente de los Atléticos. Ha visto cómo sus mejores peloteros han sido contratados por otros equipos con mejores sueldos. A su lado surge un personaje contrastante. Peter Brand (muy bien actuado por Jonah Hill) apenas supera los veinticuatro años, se graduó de economista en Yale y se ha dedicado a considerar los porcentajes, promedios y cifras de los peloteros del equipo de Oakland. Es un nerd gordo y simpático que lleva el béisbol en la sangre. Convence a Beane que sólo necesita hombres que sepan llenar a las bases y anotar carreras. No quiere estrellas. Sólo gente subestimada que sepa hacer su trabajo. La fórmula funciona y gana juegos.
Bennet Miller, quien no había vuelto a filmar un largometraje desde su recordada Capote (2005), que le valió el Oscar a Philip Seymour Hoffman, realiza un film sobre un hombre que no había logrado sus sueños, divorciado con una hija de doce años y con la necesidad de cambiar un paradigma, así tenga que enfrentarse con las visiones tradicionales, como la de su director técnico Art Howe (caracterizado por Philip Seymour Hoffman), enfrentado a las teorías que desprecian una larga trayectoria. Beasne y Howe representan posiciones distintas. Al final se imponen las del primero. Hay un escena crucial cuando los Atléticos han buscan su vigésima victoria sucesiva, llevan once carreras de ventaja y comienzan a perder terreno hasta el empate y comienza la lucha por la carrera que decide el juego.
Más que una película sobre hazañas deportivas se trata de un film sobre la gerencia del negocio del béisbol. Es un drama muy bien contado que no recurre a los estereotipos. No hay romance ni violencia ni heroicidad. Sólo la historia de un gerente deportivo que demostró su valor como ser humano y que no quiso tomar otra decisión sobre la base del dinero que habría de ganar. No había ido a Stanford porque el béisbol prometía más plata. Décadas después estaba haciendo lo que quería hacer.
Miller recrea una historia verdadera con personajes reales y les confiere la magia de la ficción. Una expresión cabal del buen cine norteamericano, El juego de la fortuna representa el triunfo de la inteligencia y la ética en un mundo convulsionado y excluyente.
EL JUEGO DE LA FORTUNA (Moneyball), EEUU, 2011. Dirección: Bennett Miller. Guión: Aaron Sorkin y Steven Zaillian, sobre el libro de Michael Lewis. Fotografía: Wally Pfister, Música: Mychael Danna. Elenco: Brad Pitt, Jonah Hill, Philip Seymour Hoffman, Robin Wright Penn, Chris Pratt, Kathryn Morris, Tammy Blanchard, Glenn Morshower, Erin Pickett, Sergio Garcia, Jack McGee. Distribución: Cinematográfica Blancica.
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