Después del 12 de febrero BIENVENIDO EL NUEVO LIDERAZGO Y ADIÓS A LAS VIEJAS MAQUINARIAS, por Alfonso Molina

Alegría, mucha alegría, se aprecia en los rostros de tres millones de venezolanos que el domingo pasado eligieron el candidato de la unidad democrática para derrotar a Hugo Chávez en las elecciones presidenciales del 7 de octubre. Nadie, ni los más optimistas, esperaban estos resultados. Hubo muchos ciudadanos que por miedo a perder su empleo o sus contratos no acudieron a votar. Se ha evidenciado que existe una nueva mayoría. En la cresta de la ola, Henrique Capriles Radonski se consolida como el principal líder del arduo proceso de rescate y reconstrucción del país que vendrá en 2013. Difícil tarea en una Venezuela en bancarrota, perseguida y humillada por la demencia de un caudillo narcisista a lo largo de casi catorce años. Más allá de la alegría y el entusiasmo, cabe recordar que el régimen, ante esta amenaza a sus intereses, se vuelve más peligroso, que los militares corruptos vinculados con el narcotráfico no están dispuestos a ceder su espacio de poder y que esta nueva oligarquía defenderá sus posiciones privilegiadas. Sólo la nueva mayoría logrará vencerlos. Los resultados del 12 de febrero pusieron de relieve la consagración de una nueva dirigencia política —Capriles Radonski, Pablo Pérez, Leopoldo López, María Corina Machado— así como la consolidación de nuevas organizaciones —con Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo a la cabeza— y la pasmosa debilidad de las viejas maquinarias tradicionales, especialmente de Acción Democrática y Copei, que dominaron los primeros cuarenta años de la democracia. El caso de AD es el más patético. A su cabeza se halla aún Henry Ramos Allup, quien ha sido incapaz de reconstruir —en los mismos casi catorce años— un partido histórico para la democracia venezolana. Es un problema de dirigencia, no de militancia. En contraste, Julio Borges ha liderado la hoy poderosa presencia de Primer Justicia. Cabe recordar también que los errores, la corrupción, la impunidad y la miopía política de AD y Copei —y sus derivados— arrojaron a millones de venezolanos a votar por Chávez en 1998, con las consecuencias que ya sabemos. Son corresponsables del desastre que vivimos hoy. Afortunadamente ha surgido un nuevo liderazgo. Con todo, la tarea que viene es muy dura.

Acerca de Alfonso Molina

Alfonso Molina. Venezolano, periodista, publicista y crítico de cine. Fundador de Ideas de Babel. Miembro de Liderazgo y Visión. Ha publicado "2002, el año que vivimos en las calles". Conversaciones con Carlos Ortega (Editorial Libros Marcados, 2013), "Salvador de la Plaza" (Biblioteca Biográfica Venezolana de El Nacional y Bancaribe, 2011), "Cine, democracia y melodrama: el país de Román Chalbaud" (Planeta, 2001) y 'Memoria personal del largometraje venezolano' en "Panorama histórico del cine en Venezuela" (Fundación Cinemateca Nacional, 1998), de varios autores. Ver todo mi perfil
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