Uno de mis mayores placeres es pasear por el Barrio Gótico de Barcelona, centro histórico y núcleo más antiguo de esta ciudad. Es imposible resistirse a sus tentaciones. El ambiente bohemio, su maravillosa arquitectura, la Plaza Real, entre otras, llena de palmeras y curiosas farolas diseñadas por Gaudí. Un sin fin de comercios, bares y restaurantes, hacen que esta sea una de las zonas preferidas tanto por los barceloneses como por los turistas que inundan esta capital. Perderme por el laberinto que forman sus angostas calles y descubrir un nuevo espacio repleto de historia, se ha convertido en un hábito que no dejo de cumplir todos los años. Creía conocer cada rincón de este barrio, pero siempre me sorprende un nuevo local o una callejuela escondida repleta de fachadas que parecen desafiar el pasar de los años.
El plan perfecto en mi último viaje era comer en Els 4 Gats, famoso bar y restaurante que se encuentra en este sector de la ciudad Condal. Un lugar legendario que acogió en el pasado ilustres personajes como Picasso, Santiago Rusiñol, Issac Albéniz, Gaudí, y Rubén Darío, entre otros. Su ambiente impregnado de esa bohemia que dejó sus aromas y llenó de encanto, cautivó al conocido director Woody Allen, quien lo escogió como uno de los escenarios en el rodaje de la película Vicky Cristina Barcelona. Muy a mi pesar, sin reservación fue imposible entrar.
En la búsqueda de otro establecimiento donde cenar, seguí caminando por esas calles peatonales colmadas de muchedumbre con ánimo de juerga, tan característico en esta población un viernes en la noche. Llegué a la calle Cometa. Un pequeño callejón del Barrio Gótico que no conocía hasta ese momento. Me detuve frente a un restaurante muy acogedor. Sus paredes de piedra y sobria decoración en madera rústica están acorde con el lugar donde se encuentra. Su nombre: Cometacinc.
Lasagna de verduras con queso de cabra, tallarines negros con calamares de playa y tomate fresco, atún rojo braseado con chutney de albaricoque, risotto amb bolets, cordero, y por supuesto, el pa amb tomàquet que no puede faltar en la mesa catalana, eran algunos de los deliciosos platos que mostraba la carta; pero lo que más me llamó la atención fue la ración de tequeños que aparecía en las entradas. ¿Un restaurante en el Barrio Gótico de Barcelona que ofreciera tequeños? Pregunté por el dueño, sabía que tenía que ser venezolano. Inmediatamente se acercó a mi mesa Javier, quien me dio un cordial saludo de bienvenida junto con una botella de cava.
Sentí lo que sentimos todos los venezolanos cuando coincidimos en otras tierras: alegría, emoción, fraternidad, camaradería; al mismo tiempo tristeza y pesar al ver otro compatriota lejos de nuestro país. Cuesta creer que en este sector de Barcelona, donde la competencia en materia culinaria es brutal, un venezolano, con la maravillosa idea de introducir en su cocina creativa las famosas raciones de tequeños, convirtiera su restaurante en un lugar de visita obligatoria. Así como Javier hizo realidad su visión emprendedora en esta ciudad, otros muchos están dejando su huella alrededor del orbe. Siento un gran respeto por los venezolanos, que incluso en contra de su voluntad, tuvieron que abandonar este país y han triunfado en el exterior. El buen humor, la amabilidad, amor por el trabajo y dedicación es lo que Javier se llevo de Venezuela y le regaló a la ciudad Condal.
No dejaré de visitar Cometacinc cada vez que me encuentre en Barcelona, y si algún día visitan este lugar, no se olviden mientras esperan la orden, tomarse un buen cava acompañado de una exquisita ración de tequeños, o pa amb tomàquet, que además lo saben hacer muy bien.
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