Me atrevería a afirmar que malbec es una de las cepas preferidas por los venezolanos. Originaria de la región de Cahors, en Francia, donde era usada como uva secundaria en algún ensamblaje, adquirió verdadero protagonismo en Argentina, desde Cafayate hasta la Patagonia, en especial Mendoza, a través de micro climas y terruños de corte y características diferentes. No existe un malbec sino muchos, de acuerdo con su origen. El lunes 16 de abril los espacios de Vinarte, en el Trasnocho Cultural de Las Mercedes, recibieron a un grupo de seguidores dispuesto a celebrar el día mundial del malbec —17 de abril— y a probar las diferentes opciones de esa vid que se pueden disfrutar en nuestro mercado. El evento fue organizado también por la gente de http://esnobgourmet.com/, especializado en enogastronomía, viajes y estilo de vida, que presentó tanto las especificidades del emblema de la vitivinicultura argentina como las virtudes de su nuevo portal venezolano. Mientras, disfrutábamos de un espumoso Trumpeter rosé de malbec, de Mendoza, y un rosado de malbec de Postales del Fin del Mundo, de Patagonia. Después comenzó lo mejor.
Concluida la presentación, los participantes hicimos uso de un ticket que permitía la degustación de seis copas de las diecisiete opciones de malbec disponibles, gracias a las existencias de prestigiosas distribuidoras venezolanas. Cada cual estudió la oferta de etiquetas e intercambiaba sus opiniones con otros invitados. Entre tantas posibilidades afiné mis preferencias por cinco caldos de Mendoza y, oh sorpresa, por uno del valle de Rapel, en Chile.
Los mendocinos fueron el envolvente Brocal, de Trapiche, un vino seguro y portentoso, que nunca deja mal a nadie; luego descubrí el excelente Luca, llamado así en homenaje al hijo de Laura Catena, de la bodega Catena Zapata, de una sutileza acariciadora; más tarde volví por el Crios de Susana Baldo, vivaz y elegante; otro hallazgo fue el caldo de Rutini, muy bien valorado por su calidad; y finalmente el muy equilibrado Alto Las Hormigas, que ya había probado en otras ocasiones. Tuve la osadía de buscar un malbec no argentino y me decanté por el de Casillero del Diablo, magnífico, del Valle de Rapel, en Chile, que expresó las diferencias del terruño ante una misma uva.
Todos los vinos que probé fueron sobresalientes. Si tuviese que optar por un solo, después de recordar la experiencia, elegiría el Luca de Catena Zapata. Fuera de serie. Claro, es un gusto muy personal, muy subjetivo.
Sé que Vinarte continuará organizando mensualmente catas, degustaciones y distintos encuentros entre grandes caldos y sus seguidores.
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