Bajo el titulo “EL tiro por la culata” Christian Burgazzi publicó recientemente un artículo rebatiendo a quienes creen que la enfermedad del Presidente Chavez es una simple estrategia electoral para ganar votos manipulando los sentimientos de piedad de los venezolanos. Misión lástima, la han llamado. Coincido plenamente con la argumentación de Christian. Quiero retomar los argumentos que él da y agregar otros, para insistir en que el presidente, efectivamente, debe estar muy enfermo para haber tenido el comportamiento que ha tenido durante el último año. Lo hago ahora cuando el anuncio de la inscripción de su candidatura en el CNE seguramente atizará esa discusión. Numero a continuación los argumentos. Primero, antes de declararse su enfermedad, la popularidad de Chávez estaba en las encuestas, más arriba de donde está hoy. O sea que, habiendo estado muy bien posicionado, habría inventado una jugada extrema con la cual arriesgaba esa posición por el resto de la campaña.
Segundo, Chavez lo que dice es que él está bien, no que está enfermo. Las encuestas dicen además, que la mayoría de la población cree efectivamente eso, que está sano. O sea, que Chávez estaría tratando de hacer creer que está enfermo mientras insiste en que está sano y además la estrategia le resultaría buena a pesar de que el mensaje que en verdad estaría tratando de pasar –de que está enfermo- no lo cree la mayoría. Uf, ¡qué estrategia tan complicada! Tercero, las ausencias prolongadas y las noticias de su gravedad generan graves tensiones de todo tipo, en su partido, en la fuerza armada, en el país en general, acarreando un significativo riesgo para su gobierno y su liderazgo. Chávez habría estado exponiendo durante largo tiempo su propia permanencia y estabilidad en el gobierno, para mantener o mejorar su opción electoral.
Cuarto, Chávez a quien no le gusta perderse ni la inauguración de una bodega habría decidido perderse acontecimientos significativos como la celebración del bicentenario de la independencia, el primero de Mayo o la cumbre de las Américas, para que la gente pensara que estaba enfermo, mientras él decía que no lo estaba. Quinto, a pesar de que la estrategia no le está dando resultados, permanece atado a ella y no hace campaña. Demasiado. La dirigencia de la oposición puede decidir, como hasta ahora lo ha hecho, no utilizar la enfermedad del presidente como elemento de campaña. Posiblemente ésa sea una decisión correcta. Lo que no puede es desconocerse esa realidad, porque es una de las variables más importantes que afectará las perspectivas de corto plazo del país.
Por último, no deja de ser una paradoja que algunos de quienes creen que el presidente es un mitómano consumado, ahora cuando dice que está sano, piensen que está diciendo la verdad.
gerver@liderazgoyvision.org
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