Después del 7 de octubre LA GRAN ESTAFA, por Isabel Pereira

Como mucha gente, he sido presa de oleadas de tristeza, combinadas con angustia e inquietud acerca de lo sucedido el 7 de Octubre. En medio de estas cavilaciones pude oír a Chúo Torrealba exponer una tesis que no puedo más que negar. Según mí apreciado Chúo, el resultado electoral está relacionado con la supuesta incomprensión que ha tenido la oposición venezolana hacia los sectores populares, y señala que no se ha podido entender, comunicar, sintonizar con las demandas de unos y otros y en consecuencia, el resultado electoral sería fruto de esa incomprensión.

Mi querido Chúo, si esto fuese cierto, significaría que dentro de los cerca de 7 millones de venezolanos que votaron por la alternativa de cambio, no habría ninguna representación de los sectores populares; es decir que los votantes corresponderían exclusivamente a las clases media y alta. Si ello fuese así, no sería posible explicar el triunfo en: Caricuao, Lagunillas, Petare ni el crecimiento de la votación en: Anaco, Heres y El Tigre. En muchas zonas populares el voto por la oposición mostró como la gente se atrevió a desafiar al gobierno, contra todos los miedos.

Estas suposiciones acerca de un resultado consecuencia de la separación de clases, implicarían creer que las elecciones en Venezuela fueron expresión clara y prístina de la voluntad de los venezolanos, que no existieron presiones, que no hubo ventajismo, que el aparato del poderoso estado bolivariano no se utilizó de mil formas para presionar directa e indirectamente a los votantes.

¿Quién tiene el poder, el petróleo, las armas, las divisas, el control de la justicia, las empresas que quiera? Muestra del despliegue de ese poder avasallante lo reflejan las cuentas de la utilización de los medios de comunicación, que están muy claras: en tres meses de campaña el candidato del gobierno transmitió 27 cadenas presidenciales que abarcó un total de 43 horas, equivalente a 2.597 minutos. ¡Y el CNE no hizo nada!

Otros dicen que nos olvidamos de contabilizar el impacto de la misión Vivienda, esto puede ser cierto, pero lo importante es aclarar cuál fue el papel de esta misión, ¿por qué la premura en construir en condiciones totalmente inadecuadas y la urgencia de mostrar unas edificaciones marcadas con el distintivo de la revolución?

El objetivo político de la misión vivienda fue desatar el terror entre el millón de personas carentes de hogares o damnificados que habían logrado incluirse en la lista de posibles beneficiarios y amenazarlos con la pérdida de esta posibilidad si por casualidad se atrevían a votar contra el gobierno. La lista de la misión Vivienda es una triste sucesora de la lista Tascón, con todas sus consecuencias.

Creo que tenemos como obligación llegar al fondo de la cuestión y la pregunta que debemos respondernos es la siguiente: ¿los resultados electorales mostraron la voluntad libre de los venezolanos o fue la conjugación de diversos mecanismos de presión, el uso abusivo del poder público y de los recursos fiscales de todos los venezolanos?

Si las presiones existieron, si el temor a ser excluido de la misión Vivienda o de cualquier otra, fue tan decisivo, entonces no podremos de ninguna manera creer que el resultado exprese la libre voluntad de los venezolanos.

Si Chávez gana porque cuenta con el respaldo de los más pobres y la oposición pierde porque no logra sintonizar con ellos, podríamos preguntarnos si no será cierto que a este gobierno le convenga políticamente que sigan existiendo los sectores en pobreza, carentes de salidas que les garanticen su autonomía para decidir libremente lo que les parezca. De ser así, podríamos entender a Giordani cuando afirmaba según cuentan, que “revolución sin pobres no es revolución”.

Creo firmemente que Chávez preside un gobierno excepcionalmente malo que paradójicamente le proporciona la base para mantenerse en el poder. Esta es la hipótesis que me ha desvelado durante los últimos días.

Surge, cuando veo la sonrisa cínica de su jefe de campaña agradeciéndole a los sectores más pobres del país, el respaldo que supuestamente le brindaban al candidato en medio de la realización de una operación de acarreo de votos ejecutada con una precisión de militares. Es una declaración de fracaso transmutada en estrategia electoral, con una terrible contradicción: los sectores D y E, que siguen viviendo en la pobreza y que dependen del gobierno para sobrevivir, salen al rescate de aquellos que los mantienen en la pobreza.

Son catorce años de gobierno con el presupuesto más alto de la historia, con el poder concentrado en una sola mano, sin interferencia de congresos respondones, ni fiscalías que revisen como se gastan los cobres. Catorce años y ¡los pobres son mayoría! Esta es la gran estafa de Chávez.

De nuevo vuelvo a la pregunta, ¿es que los sectores progresistas no han podido comunicarse con el pueblo o por el contrario es que el gobierno ha expropiado el voto de estos sectores con su infame intercambio de subsidios por votos?

Si Jorge Luis Borges estuviese vivo, podría agregarle unas hojas a su Historia Universal de la Infamia. Fue muy lastimoso el discurso de la Presidenta del CNE, socióloga que no quiere saber dónde vive. Puedo imaginar las discusiones del gobierno sobre cómo entregar o dar cosas hasta un límite suficiente que provoque la resignación y la actitud de espera, donde no se asome la esperanza de que las cosas puedan ser distintas.

El 8 de Octubre el país no amaneció feliz, no hubo festejos, caravanas, ni alegría en las urbanizaciones pero tampoco en los barrios. En el fondo, todos sabíamos lo que había pasado.

De lo que si estoy segura es que nuestra tarea es lograr que todos los venezolanos voten libremente, que no existan amenazas, ni presiones para que expresen su voluntad, para que no sean las urgencias y necesidades las que determinen la conducta política. Por estas razones, Chúo no estoy de acuerdo contigo, nuestro tarea es luchar por la libertad de todos.

Isaper@gmail.com

@isapereireap

Acerca de Alfonso Molina

Alfonso Molina. Venezolano, periodista, publicista y crítico de cine. Fundador de Ideas de Babel. Miembro de Liderazgo y Visión. Ha publicado "2002, el año que vivimos en las calles". Conversaciones con Carlos Ortega (Editorial Libros Marcados, 2013), "Salvador de la Plaza" (Biblioteca Biográfica Venezolana de El Nacional y Bancaribe, 2011), "Cine, democracia y melodrama: el país de Román Chalbaud" (Planeta, 2001) y 'Memoria personal del largometraje venezolano' en "Panorama histórico del cine en Venezuela" (Fundación Cinemateca Nacional, 1998), de varios autores. Ver todo mi perfil
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