El Topo (Tinker, Tailor Soldier Spy, 2011) fue sin duda una de las mejores películas del año pasado. Y no deja de ser curioso que llegue a la cartelera venezolana un año después, coincidiendo con el estreno de Skyfall (Sam Mendes, 2012), el enésimo film de la saga del agente 007.Frente al mítico agente que cada vez más se aproxima a los cañones de un (súper) héroe del comic, aparece este film sobre espías de carne y hueso, tan exquisitos como mortalmente peligrosos. El Topo y Skyfall comparten no pocas cosas: ambos son filmes de espías. Ambos cuentan con un héroe que debe desentrañar un complot. Tienen a un líder que advierte el peligro y es coaccionado para que abandone su cargo. Al servicio de Su Majestad, tienen al gobierno sobre sus espaldas. Y aun más interesante, uno u otro rozan la homosexualidad, que en El Topo llega a asumirse con fidelidad griega.
No obstante, circunstancias compartidas, el tono y el fondo que tocan es diametralmente distinto. Tomas Alfredson (Déjame entrar, 2008) se distancia de la criatura de Fleming y se sumerge en el universo de John Le Carré (autor de la novela homónima) a partir del guión que escriben Bridget O’Connor y Peter Straughan.
La Guerra Fría y los años setenta son el marco que contiene la historia. A punto de retirarse, un experimentado agente es llamado para descubrir a un doble espía infiltrado en la mismísima cúpula del Servicio Secreto Británico. Cuatro agentes, cuatro directivos, están en la línea de fuego de las sospechas.
El realizador sueco bucea por los laberintos claustrofóbicos de la memoria, la de su protagonista: George Smiley (Gary Oldman). Porque pese a los hechos que transcurren en diversos lugares del planeta, el universo del film esta allí, atrapado en la mirada inquisitiva de Smiley, quien va de uno a otro de los personajes intentando desentrañar la telarana que su predecesor le ha servido y donde él, incluso, es uno de los principales sospechosos.
Sobre esa mirada, Alfredson y su duo de escritores, van abriendo las puertas de hechos pasados y se acercan con una gelidez extrema a la soledad que rodea a cada uno de estos hombres.
La traición, la protección, la seguridad y el miedo van apareciendo casi como fantasmas y sombras fagotizantes que van destruyendo sus vidas, mientras el poder apetecido aguarda en un salón aun más frío y solitario.
El film de Alfredson avanza de a poco. Atrapando momentos atemporales. Yendo y viniendo del pasado al presente intentando desentrañar la complejidad el relato. Se nutre de las ausencias, de hechos que están allí, pero que el espectador solo tiene un aura, no una certeza.
Sirve el suspenso sin pirotecnia alguna y con una efectividad quirúrgica que avanza a buen resguardo sobre los compases de Alberto Iglesias.
Gary Oldman es, por supuesto, el cómplice principal. Su ambigüedad ética es una carta que el realizador nunca abandona y que el intérprete juega a profundidad. Lo respaldan en su hacer Colin Firth, Tom Hardy, Mark Strong, Toby Jones y John Hurt.
Twitter: @cinemathon
tomado de http://Cinemathon.wordpress.com
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