Hoy 30 de abril recordamos el acierto de la Unesco al consagrar esta fecha en noviembre de 2011. ¿Cómo celebrarlo en medio de tanta dolorosa incertidumbre?
El venezolano de ahora, paria en su tierra natal y desde el exilio interior o físico, tiene dos excelentes opciones, en principio. Escuchando Tito y Tito, del maestro Andy Durán, y Tonada, de la cantautora María Fernanda Márquez. Dos recientes producciones de paisanos cuyo talento y tenacidad certifican el muy alto calibre de estos músicos integrales, por largo tiempo dedicados a dignificar y expandir una certeza indestructible: el imperio musical venezolano pica profundo y se extiende sin fronteras, al margen de la destrucción material y la ruina moral que regresó el país a su salvaje siglo XIX.
Ambos, él desde Caracas, ella desde California, como siempre jazzean con alma y venezolanísimo sabor, color y calor, a la cabeza de equipos brillantes, todo sonido y ritmo del mundo que lo merezca.
Vale repetir con gratitud y sin pausa las palabras del querido Jacques Braunstein: Paz y Jazz. Más que una certera frase radiada por medio siglo y un poco más, hoy día es una consigna primaria por libertaria. Amén.
Debe estar conectado para enviar un comentario.