…pero le provoca este sufrimiento/y no me abandona/porque a mi me toca/ esta vida loca.
De Francisco Céspedes, cantautor méxicano-cubano.
A veces, vivir bajo la presión de un entorno adverso y/o padecer de alguna enfermedad crónica, pueden revertirse en medicina vital. El incurable pasa entonces a señalar los daños ocultos de quienes, en apariencia, gozan de perfecta salud. Viktor Frankl, (1906-1997) psiquiatra y escritor vienés, sobreviviente de Auschwitz, inventor de la Logoterapia, autor de El hombre en busca de sentido, hubiera disfrutado mucho las narraciones del venezolano Federico Vegas quien con enorme talento, inusual valentía y agudeza introspectiva, desarma ese juego perverso entre demencia verdadera y aparente.
Lo empezó con Prima Lejana (1999) largo relato intimista restringido a un círculo familiar donde abre el tema tabú del incesto como drama patológico que en metáfora proyecta una colectividad patriarcal tradicionalmente enferma de secretismo. En Falke (2005) desnuda la crónica parcial de una generación pionera, ingenua, rebelde, enloquecida por su ansia libertaria desde la clandestinidad, el exilio, la cárcel y que paranoicamente vigilada, pretende sanar a un país gravemente embrutecido por treinta años en uniformada terapia intensiva bajo la tiranía de Juan Vicente Gòmez y su séquito. En Sumario (2010) desde testimonios escritos, orales y cierta dosis de ficción, tomando como anécdota el magnicidio del coronel Carlos Delgado Chalbaud (1909-1950), radiografía hasta la médula nacional el móvil personalista que impu
lsa la continua intriga criminal entre mafiosos militares y su hamponato servil, golpistas de natura, alienados por un poder que los induce al delito vengador y a la autoagresión de daño irremediable.
Con Los Incurables (Editorial Alfa, 2012) parece completar un primer ciclo de su narrativa psico-histórica. Novela principal, compleja, profunda y de proyección internacional, por su calidad literaria y temática. En las cuatro indaga un misterio particular y público que alguien, compulsivo, lúcido y medio loco por su afín investigativo, quiere descubrir sumergido en supuesta complicidad con sus personajes, al centro de un manicomio real, virtual o encubierto.
¿También tiene que ver con la Venezuela contemporánea? Bastante.
Esta narración inventa y desmonta un triángulo entre el genial esquizofrénico Armando Reverón, su perturbado médico especialista y el obsesivo, erudito escritor que averigua sobre esa relación mientras se auto-analiza poéticamente. Es el proceso artista-terapeuta-mirón, lector o intérprete. En el trasfondo de ese triálogo está el ayer-hoy-ahora mismo de un sistema político represivo y su sometida sociedad que rechazan pero se divierten con el loco, creador libre y brillante, a voluntad recluido en su Castillete marino de arena y piedra, símil de cualquier destierro, refugio interior o foráneo.
A la vez, un “gendarme necesario”, repleto de conflictos afectivos y mentales, lo interna en una celda clínica para que, desde un impuesto hospital psiquiátrico, se pueda controlar o reprimir, por bondad o maldad, las graves crisis del vigilado paciente, propiciando su alivio temporal.
En el medio de tamaña loquetera simbólica, pero también es historia patria, un espectador desdoblado por partida triple, y en labor creativa, busca explicar(se) esa dolencia, un trastorno de costumbre, maneras de ser y actuar o no, individuales y colectivas, lo mismo en este y otro lugar, igual o parecido.
De allí la importante universalidad de esta obra, sin dudas, muy original y de hechura maestra.
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