Vaquero de medianoche OSCURIDAD PERPETUA, por Nascaranda

Vaquero de medianoche 1

Un clásico de John Schlesinger que marcó una época.

Medianoche como estado permanente. Tras la cual, dos inadaptados buscan diminutos sueños en un mar de neones. Distantes y traidores, como la herida luz que desparraman sobre destartalados carteles que anuncian el ocaso. Sin duda, demasiado insignificante para brillar en una ciudad de cemento y asfalto. Que engulle sueños y devora conciencias para usarlas… Sin el mas mínimo cuidado. Lugar donde, no hay roció para ese amanecer en forma de sol de florida. Ni tan siquiera mujeres de una sola vez para un perdedor disfrazado de cowboy. Que sueña, con cabalgar sobre acaudaladas damas de la alta sociedad como vehículo de subsistencia.

Curiosa realidad, solo habitable en la indolencia que da una juventud amañada. Que irremediablemente nos lleva a conseguir el veneno de la ansiedad. Transmutado, en soledad acompañada por otros enfermos acompasados en la cara oscura de una urbe dotada de un corazón de hormigón.

Bamboleándose en el lumpen sucio y defenestrado de los lavabos frecuentados por homosexuales. En callejones que pierden su nombre al notar sus pisadas. Eternos buscadores de imposibles, a la caza de ese dinero fácil que nunca es tal. Como ratas en pos de su comida y perfectamente conocedoras… De que no hay más hora que la siguiente.

Recorriendo en su eterno penar, palabras que nunca son de amor. Trocitos fugaces sin el más mínimo valor. No, la ciudad no es para perdedores y aun así. Entre todo final de cualquier ilusión, puede surgir una amistad no calculada. Esta vez, entre un gigoló sin alma ni dotes para ello y un tísico en caída libre.

Pareja de defenestrados que arrastran su patetismo sin la mas mínima dignidad. Pero haciendo gala de una confraternidad que refuerza, las exiguas ganas de enfrentarse a una vida en el estercolero. Ya que entre estertores, una camisa floreada y un autobús. Pueden ser tumba perfecta para los sueños que nunca se cumplen y dejan abierta una lacerante herida de esperanzas rotas.

De fracaso, no solo de quien esta en esa vorágine. También de quien hemos permitido que esto pueda suceder. Ya que los deshechos de la sociedad no producen mas que indiferencia y rehuir de miradas. Algo que sin duda duele mas que la humillación, cuando todo es cumulo de frustraciones. Estado al que terminan por adaptarse con la resignación del que ya nada espera

Gritando de alguna manera para que alguien oiga su voz. Desgraciadamente es al vació a quien calladamente dirigen su lamento. La nada absoluta es su respuesta y así, un día mas. Un clavo mas y la tumba sigue esperando su hacedor… Mientras se preguntan si tendrán derecho a ella

La nulidad y la ausencia. Esa podría ser perfectamente esta pareja. Sin nada que produzca épica, perdedores no por vocación, mas bien por falta de todo. Sin un atisbo de decencia, sin el mas mínimo atractivo. Perdedores que no producen mas que indiferencia, si nos cruzáramos con ellos.

Película dura, de patetismo a raudales en un retrato complejo de huidas hacia delante. Sin ningún futuro, sabiendo que el infierno es el único lugar para quien como ellos. Nacieron con la temida cruz negra que marca destinos y vidas. Ayudada, por las ganas de nada de sus portadores.

Retrato cruel, de un mundo de trapicheo, chaperos ,prostitutas y chiflados. Donde la suciedad se palpa y la esperanza no existe. Rodada de manera que mas que ver se insinúa.  Tratando de manera fina y elegante temas comprometidos como la homosexualidad latente que siente Ratso hacia Joe. Todo a base de miradas y gestos callados.

Dos actores como Dustin Hoffman y John Voight dan vida a la película. Componiendo unas interpretaciones magistrales. De las mejores de su carrera. Perfectamente dirigidos por un director llamado John Schlesinger que demuestra una sensibilidad exquisita para rodar escenas y dar alma a una película.

Y todo acrecentado por una canción inolvidable. Que paradojicamente mantiene un ritmo que da esperanza y a la vez es triste, compuesta por Nilson. Tema que ya ha pasado a la historia de la música cinematográfica y que es solo la punta de lanza. El resto de la banda sonora pertenece al maestro John Barry y realza la fuerza de escenas que sueltas no son nada.. Unidas un todo.

Película absolutamente imprescindible y una de las mejores de su época. Para muchos un canto a la amistad. Para otros, una patada en los mismísimos cimientos de una ciudad. Que es la gran manzana, como podría ser Berlin o Madrid.

http://plared.wordpress.com/2013/09/14/cowboy-de-medianoche-oscuridad-perpetua/

Acerca de Alfonso Molina

Alfonso Molina. Venezolano, periodista, publicista y crítico de cine. Fundador de Ideas de Babel. Miembro de Liderazgo y Visión. Ha publicado "2002, el año que vivimos en las calles". Conversaciones con Carlos Ortega (Editorial Libros Marcados, 2013), "Salvador de la Plaza" (Biblioteca Biográfica Venezolana de El Nacional y Bancaribe, 2011), "Cine, democracia y melodrama: el país de Román Chalbaud" (Planeta, 2001) y 'Memoria personal del largometraje venezolano' en "Panorama histórico del cine en Venezuela" (Fundación Cinemateca Nacional, 1998), de varios autores. Ver todo mi perfil
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