Alejandro Izquierdo HOLLYWOOD: AMORES PERROS

alejandro-izquierdoCon mucha sorpresa recibimos las declaraciones del ministro Héctor Soto, cuando en días pasados y en la página web de su despacho nos revelara, cual si se tratase de una película de suspenso, que el asesino (del cine venezolano) era Hollywood. La sorpresa fue grande, sobre todo porque no sabíamos que el cine venezolano estaba muerto. Y si, acto seguido, nos acogemos a la máxima popular que reza: «Muerto el perro, se acaba la rabia», no nos queda otra que concentrar esta breve reflexión forense en la patología padecida por el difunto can. Pero no caeremos, al menos hoy, en la tentación de analizar ni la calidad del cine de Hollywood, ni la calidad del cine venezolano. Vámonos a los números.

Resulta que Hollywood es un gran financista de nuestras producciones, gracias a la Ley de Cine que hace cinco años entró en vigencia como resultado del diálogo entre el Estado, autores, productores, distribuidores, exhibidores y otros afiliados de la industria. Elemento clave en esta ley fue la creación de Fonprocine, fondo dedicado a financiar el cine nacional que se alimenta, entre otras fuentes, de las contribuciones que hacen exhibidores y distribuidores sobre la base de la recaudación en taquilla. Esto, sobre todo, quiere decir dineros que provienen de películas vendedoras, cine masivo, cine de Hollywood.

Quiere decir poner al cine comercial internacional a trabajar por el cine venezolano.

De acuerdo con cifras disponibles en el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, CNAC, la cantidad de espectadores que acudieron al cine en 2008 rondó los 25 millones de personas, para una recaudación por taquilla de 280 millones de BsF. Entre todos los espectadores contabilizados, sólo 785.000, 3% del total, pagaron por ver cine nacional.

Hollywood, el asesino, representa 90% de la taquilla venezolana. Eso significa que únicamente por concepto de contribución de Hollywood por vía de los espectadores que fueron a los cines, ingresaron a Fonprocine 11,3 millones de BsF, gracias a los cuales el CNAC financiará 100% de dos largometrajes de ficción óperas primas; 50% de tres largos de ficción de autores con trayectoria y cuatro documentales (cabe añadir que faltan en este análisis las contribuciones de los distribuidores y la agónica contribución fruto de la venta legal de videos). Por la vía de la recaudación municipal de impuestos, ingresaron al fisco municipal aproximadamente 28 millones de BsF.

Con estos números hemos querido demostrar que paradójicamente Hollywood financia nuestro cine y es «contribuyente» de nuestros municipios, y lo hace independientemente del presupuesto nacional y de los vaivenes del precio del petróleo. Los resultados han estado a la vista con el importante aumento de la producción nacional en los últimos años.

Así que el cine nacional no estaba muerto, estaba de parranda.

Pero la autopsia no termina aquí.

En plena crisis mundial y con el petróleo barato, podría haber aún más financiamiento para el cine nacional, gracias también a los beneficios de la nueva ley. Pero de manera inexplicable y a cinco años de su entrada en vigencia, sigue pendiente la aprobación de su reglamento.

La ley contempla auspiciosas perspectivas, pero sobre todo contempla un desfile permanente de consultores jurídicos por los predios del CNAC y la también contemplativa actitud de productores y autores.

Acerca de Alfonso Molina

Alfonso Molina. Venezolano, periodista, publicista y crítico de cine. Fundador de Ideas de Babel. Miembro de Liderazgo y Visión. Ha publicado "2002, el año que vivimos en las calles". Conversaciones con Carlos Ortega (Editorial Libros Marcados, 2013), "Salvador de la Plaza" (Biblioteca Biográfica Venezolana de El Nacional y Bancaribe, 2011), "Cine, democracia y melodrama: el país de Román Chalbaud" (Planeta, 2001) y 'Memoria personal del largometraje venezolano' en "Panorama histórico del cine en Venezuela" (Fundación Cinemateca Nacional, 1998), de varios autores. Ver todo mi perfil
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