
Una hazaña deportiva se convierte en hazaña cinematográfica
Esto es una epopeya sobre otra epopeya. Así como la Vinotinto ha desplegado una tremendo esfuerzo por abandonar las filas del anonimato deportivo, el cineasta Miguel New arrojó todos sus bríos para registrar cinematográficamente ese proceso que a muchos sorprendió. Fútbol y cine venezolanos entrelazados. Cinco años siguió New con su cámara incansable las andanzas de la selección oficial de fútbol de Venezuela. Después gastó dos años en la postproducción. Todo con las uñas y las ganas de hacer cine. La mayor parte de su proceso creador de Vinotinto, la película lo desarrolló sin el apoyo económico de nadie. Sólo al final recibió un aporte del Estado. Orgullo y emoción en una película venezolana. Pero este documental va más allá de lo deportivo y lo cinematográfico, para ubicarse en el epicentro de la autoestima venezolana.
Los méritos de esta película hay que buscarlos en la persistencia de su realizador, en su actitud férrea ante lo insólito y en su intención de trascender los paradigmas. Ya lo dice desde el principio: esta es una película sobre el fútbol de un país que nunca ha disputado una Copa Mundial. Esa carencia de tradición futbolística constituye el punto de partida del discurso cinematográfico, en una especie de homenaje a los perdedores habituales que deciden levantarse del foso histórico. Es cierto que el protagonista del film es la Vinotinto, pero el gran protagonista individual —quiéranlo o no— es Richard Páez. La médula expositiva del documental se encuentra en los cinco años transcurridos desde 2002 a 2007, durante los cuales el director técnico de la selección nacional logró que sus muchachos comenzaran a meter goles, a disputarles el campo a los equipos triunfadores de América Latina y a ganar partidos dentro de la cancha y fuera de ella también. La conducción de la narración está signada por la presencia de Páez.
New propone una comprensión del fenómeno de la Vinotinto desde la propia historia del fútbol como actividad deportiva de la humanidad —a través de un hermoso trabajo de animación— y como oportunidad siempre negada para Venezuela, tanto desde el sector oficial como desde la Federación Venezolana de Fútbol. La crítica que esgrime la película ante la ausencia de canchas y de estímulos se haya perfectamente justificada. Por eso el tono del film adquiere las características de cierta épica nacional, con sus héroes que emocionan a las multitudes y anuncian que hay luz al final del túnel. Pese a todo, la Vinotinto marcó su propia historia, aunque todavía no haya clasificado para un mundial. Pero eso es harina de otro costal.
Las flaquezas del film de New no se encuentran en la precariedad técnica de sus grabaciones ni en la carencia de una iluminación más profesional. Por el contrario, esas limitaciones revelan la capacidad de trabajo y perseverancia de su realizador y sus productores. Al espectador no le importa que algunas imágenes estén mal encuadradas, pues la emoción y la autoestima sustituyen tales deficiencias.
En lo que falla Vinotinto, la película es la postura que asume Páez y el propio realizador ante los medios de comunicación. El primero les reclama su supuesta incomprensión de los obstáculos que debe superar la selección y el segundo los acusa de dividir la sociedad venezolana en dos. Ambos argumentos son, como mínimo, inexactos por no decir sesgados. Los medios han sido fundamentales para el reconocimiento de los valores de la Vinotinto. Sin los medios seguiría en el foso histórico. Y “los medios que han dividido la sociedad” parece un argumento “gobiernero” como se dice coloquialmente.
LA VINOTINTO, LA PELÍCULA, Venezuela, 2009. Dirección: Miguel New. Producción: Alcione Guerrero, Natalia Lafuente. Cámara: Miguel New, Hugo Gerdel, Natalia Lafuente, Daniel Bargach, John Márquez, Juan Carlos Gómez, Pablo Varsky, Juana New, Carlos Olmedo, Arsenio Cadenas, Pilar Perdomo, Edgar Bravo, Alexander Muñoz, Alejandro Camacho. Edición: Natalia Lafuente, Miguel New. Animación: Luis Hostos, David Mosquera, Luis Enrique Barroeta, David Meire, Nernán Piña, Rafael Marquina, Bhima Gandica. Sonido: Carlos Olmedo. Distribución: Cinematográfica Blancica.