Otro desprecio por las formas EL DEDO ATÓMICO, por Trino Márquez

La manera como Hugo Chávez designó a Henry Rangel Silva candidato a la gobernación de Trujillo revela el más absoluto desprecio por todas las formas y ritos democráticos, siempre importante preservar, pues el ejercicio democrático del poder no debe expresarse solo en sus contenidos, también para el estilo hay reservado un lugar muy especial.

En algunos sectores dentro del PSUV existe malestar por la forma inconsulta en que el comandante resuelve quién es y quién no, candidato a gobernador (podría agregarse a alcalde, diputado nacional o regional, e incluso concejal). La consulta a las bases no se realiza ni siquiera por cortesía, a pesar de que la ley electoral establece que ese tipo de cargos debe ser escogido mediante algún tipo de participación colectiva. El dedo de Chávez es el único oráculo que existe en el oficialismo. Aunque existen grupos y dirigentes cuyo servilismo no conoce fronteras y se muestran complacidos con la arrogancia del jefe, hay otros más dignos que reclaman autonomía para elegir sus candidatos. La protesta más sonora de las masas chavistas fue la que se produjo en Valencia durante la campaña presidencial. En esa oportunidad Chávez anunció que el aspirante del estado Carabobo sería Francisco Ameliach, uno de sus delfines, en sustitución de Rafael Lacava el favorito de los oficialistas carabobeños La soberbia del caudillo provocó el amotinamiento de sus seguidores. La voluntad del autócrata se impuso. La voluntad de los carabobeños fue ignorada.

Rangel Silva es el candidato a gobernante regional número doce que proviene de las Fuerzas Armadas. Solo este dato indica el significado que Chávez le asigna a los comicios en cuanto acto de reafirmación civilista y democrática. Las elecciones en todas las democracias representan eventos republicanos, donde el centro de la campaña reside en el mundo civil. Ahora se han ido invertido los términos. El componente militar ha ganado espacio. La alianza de Chávez con el estamento castrense se ha ido haciendo cada vez más sólida y profunda. La supervivencia del régimen personalista y centralista que el oriundo de Barinas ha levantado depende de los militares. El jefe de Estado no disimula su desconfianza de los civiles. A los gobernadores militares podrá darles órdenes verticales sin que exista el menor riesgo de protesta. No será de sus filas de donde surja el eventual competidor del caudillo o de quien este decida para sucederle..

La postulación de Rangel Silva a la gobernación constituye un signo de arrogancia suprema, típica de los esquemas personalistas. Ese general estaba en plenas funciones cuando el Presidente de la República anunció públicamente que el oficial era su elegido. Ni siquiera lo pasó a retiro primero para luego anunciar que sería el abanderado del PSUV en el estado andino. Los venezolanos, especialmente sus seguidores, no merecen ningún tipo de consideración. En este corralón llamado Venezuela, se impone la voluntad arbitraria del gamonal decimonónico sin ningún genero de matices. Las sutilezas están concebidas para democracias avanzadas, no para repúblicas bananeras, como considera Chávez a Venezuela.

Entre las pocas formalidades que el autócrata mantendrá se encuentran las elecciones y el voto popular para elegir los representantes de los poderes públicos. Necesita alimentar la ficción democrática y preservar la legitimidad de origen, sin las cuales la farsa se revelaría y su permanencia en el poder se pondría en grave riesgo. Tendremos elecciones para Presidente, gobernadores, alcaldes, diputados y concejales para rato, solo que tuteladas por el Gobierno a través del CNE y el control de todo el aparato público. Será una continua lucha de David contra Goliat, pero no hay alternativas: solo con la fuerza de los votos lograremos que de nuevo el fondo y la forma de la democracia vuelvan a reunirse.

@tmarquezc

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Acerca de Alfonso Molina

Alfonso Molina. Venezolano, periodista, publicista y crítico de cine. Fundador de Ideas de Babel. Miembro de Liderazgo y Visión. Ha publicado "2002, el año que vivimos en las calles". Conversaciones con Carlos Ortega (Editorial Libros Marcados, 2013), "Salvador de la Plaza" (Biblioteca Biográfica Venezolana de El Nacional y Bancaribe, 2011), "Cine, democracia y melodrama: el país de Román Chalbaud" (Planeta, 2001) y 'Memoria personal del largometraje venezolano' en "Panorama histórico del cine en Venezuela" (Fundación Cinemateca Nacional, 1998), de varios autores. Ver todo mi perfil
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