La teta asustada TODOS LOS MIEDOS, por Héctor Concari

La teta asustada 3El telón de fondo es el miedo, un sentimiento  que, sin embargo, no se muestra jamás pero al que se alude en todo momento. La protagonista, Fausta es una joven cuya vida es un resultado histórico de la guerra contra Sendero Luminoso. La teta asustada del título es casi una leyenda urbana. Siendo la violación, a veces masiva, una práctica común durante la época de la violencia entre 1980 y 1992 y los embarazos frecuentes consecuencia de ésta, el miedo resultante se transmite a través de la leche materna. No es un miedo abstracto, es un miedo que se lleva y se transmite por el cuerpo, porque es a través del cuerpo que ha sido infligido y recibido. La violación tiene más que ver con el poder que con el sexo y en buena medida, las relaciones que la película traza son relaciones de poder, en las que el cuerpo tiene algo que decir. Fausta intenta protegerse de sus miedos introduciendo una papa en su vagina para sellar su cuerpo o cantando frente a su ama, para exorcizarlos. La clave es que nada logra suprimir al miedo, porque ha sido el nutriente primero de la protagonista, es una parte de ella, su sustrato.

Pero el logro de la película, su grandeza, está en describir una comunidad, a través de un drama privado que remite a una tragedia nacional. Fausta vive en un barrio, que tiene sus ritos, sus tristezas y sus alegrías, que la película describe, a modo de cuñas comerciales mezcla de naif, ternura y grotesco, como un comentario respecto a la anécdota. Distracciones o diversiones respecto al drama de la pobreza. Anécdota que no es tal. La película lima las estridencias de lo que hubiera podido ser un perfecto melodrama, disolviéndolas en escenas largas que aluden siempre a una angustia que está más allá del lenguaje, de hecho la protagonista casi no habla, apenas se expresa con sus ojos. La madre de Fausta muere y ella quiere llevarla a su pueblo después de momificarla, pero el viaje es imposible por motivos banales (uno piensa en la abulia de El angel exterminador de Buñuel).

 El hecho es que Fausta no puede desprenderse del cuerpo que la hizo nacer y que le transmitió el miedo. Pero tampoco puede verbalizar ese miedo, ni contarlo, ni transmitirlo y convive con él como con una enfermedad que su cuerpo sellado no puede expulsar. Tampoco puede establecer una relación humana con un pariente o un amigo (un plano la ubica separada de su tío en un ángulo formado por un velos cruzados). Hay en todo el asunto una dimensión simbólica que la película se cuida mucho de hacer explícita. Sería fácil equiparar a Fausta con el Perú herido, y trazar paralelismos exactos entre los diversos actores, desde la burguesa indiferente al tío conformista.

El movimiento es mucho más rico y complejo, porque si bien la película remite a una historia reciente, también es cierto que se ancla en un presente que es el de la protagonista y al que no abandona jamás. Su realidad son los paisajes áridos en los que nada tiene posibilidad de crecer, excepción hecha del tubérculo en la vagina de la protagonista que sí busca retoñar, en otro giro entre la poesía y el grotesco. Porque a pesar del lastre del pasado, la vida busca aflorar, aunque el trauma nunca llegue a ser conocido por el espectador (porque no es un drama que pueda narrarse, está más allá del lenguaje) y solo puede ser trascendido al abandonar el paisaje, y tal vez llegar al mar, en una de las pocas imágenes amigables que la película nos depara.

Es un film complejo, opaco, difícil de entender, al cual cabría reprocharle el abarcar demasiadas historias que no necesariamente dicen tanto como debieran. Pero su interés está en situar el drama social e histórico en el punto preciso. Así como en 1988 La boca del lobo de Francisco Lombardi, hablaba del conflicto en primera persona y en presente para denunciar la barbarie de lado y lado desde la coyuntura misma, La teta asustada veinte años más tarde, lo hace desde sus consecuencias, que tal vez no luzcan tan explícitamente violentas, pero lo son desde el punto de vista de la herida espiritual. Un film que merece todos los premios cosechados.

LA TETA ASUSTADA. Peru-España, 2009. Directora: Claudia Llosa. Con Magali Solier, Efraín Solís, Susi Sanchez.

Acerca de Alfonso Molina

Alfonso Molina. Venezolano, periodista, publicista y crítico de cine. Fundador de Ideas de Babel. Miembro de Liderazgo y Visión. Ha publicado "2002, el año que vivimos en las calles". Conversaciones con Carlos Ortega (Editorial Libros Marcados, 2013), "Salvador de la Plaza" (Biblioteca Biográfica Venezolana de El Nacional y Bancaribe, 2011), "Cine, democracia y melodrama: el país de Román Chalbaud" (Planeta, 2001) y 'Memoria personal del largometraje venezolano' en "Panorama histórico del cine en Venezuela" (Fundación Cinemateca Nacional, 1998), de varios autores. Ver todo mi perfil
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