Se sabe, la religión ha dejado de ser el opio de los pueblos para devenir en el Prozac de la revolución. La precisión viene a cuento porque si hay alguien protegido contra el mal del escepticismo, es Pi, el protagonista, un tipo que es católico, musulmán e hinduista y por si las moscas, da clase de Kabala en la universidad. Blas Pascal hablaba de la apuesta de la fe, sobre la cual el protagonista obviamente tiene una opinión particular y prefiere estar muy bien cubierto. En todo caso este niño es hijo del dueño de un zoológico en India, que decide emigrar al primer mundo, con animales y todo. Quiere la suerte que el barco en el que viajan, zoológico y familia, naufrague, y al Pi del título (así llamado en homenaje al 3.1416 en una secuencia que no tiene absolutamente nada que ver ni con la trama de la película y mucho menos con el personaje) le toca en suerte un bote salvavidas con una hiena y un gorila. Como quien dice, todo el PSUV.
En su defensa, sale de abajo del bote un tigre que se los come a los dos, con lo cual la situación de Pi es, por decir lo menos, comprometida, porque el tigre se queda con el bote y lo relega a un flotador amarrado con una cuerda. No todo está perdido porque eventualmente el tigre se muere de hambre, justo cuando llegan a una isla desierta, marca Robinson Crusoe. Pero lo que es la mala suerte, no solo la isla es demasiado pequeña para Pi y el tigre, sino que además, descubre Pi, inteligente como es, la isla está envenenada y no le queda más remedio que volver a emigrar (igual que su papá, se ve que es un rasgo de familia). Por supuesto, a esa altura Pi se ha encariñado con el tigre. (Si usted nunca flotó a la deriva con un tigre muerto de hambre durante días y días, nunca va a entender el cariño que se le puede tomar a un bicho de esos). Pi sigue flotando, igual que la anécdota y la película, cuyo director y libretistas no saben muy bien que hacer con la trama, hasta que por suerte se cruzan con una playa mexicana, donde el tigre, malagradecido, abandona al pobre Pi y se interna en la selva. A Pi lo contactan unos corredores de seguros y, mire usted si habrá gente escéptica, no le creen la historia. Entonces Pi, cuenta otra un poco más original. En realidad el tigre representaba al papá, la hiena a la mamá y el gorila al hermanito (o algo así). Y entonces le creen y por suerte, la película termina y uno no sabe quién está más aliviado, si el tigre, Pi o el espectador para quien terminó la tortura.
Un consejo. Si quiere ver animales sintonice VTV o vaya al zoológico, pero no se le ocurra perder dos horas de su tiempo en esta estupidez. No vaya a ser que termine pensando barbaridades, como que la censura es una forma superior de la crítica y este atentado a la inteligencia debiera ser barrido de la faz de la tierra.
UNA AVENTURA EXTRAORDINARIA.(Life of PI) EE.UU., 2012. Director Ang Lee. Con Suraj Sharma, Infan Khan, Gerard Depardieu
Ideas de Babel 
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